viernes, 3 de octubre de 2008

Gris

Simplificando mucho, quizá demasiado, podríamos afirmar que la concepción vital humana se mueve entre dos polos, entre dos extremos. Esta dualidad podría resumirse afirmando que el hombre puede plantearse su existencia como actor, como participante o como observador, como espectador.

“Rayuela” de Julio Cortázar siempre me pareció una historia de amor entre estos planteamientos antagónicos. Por una parte esta Horacio, culto, leído, pedante, envanecido, ególatra, erudito aunque un pobre hombre. En el otro extremo está la Maga, tal vez ignorante y no demasiado brillante, pero, y en palabras de Horacio, “una máquina de vivir”. Ninguno triunfa pues, en la vida, no se trata de ganar o perder sino de sobrevivir conforme a las circunstancias y ninguno de los dos es afortunado ni con su vida ni con sus circunstancias.

Otro ejemplo lo encontraríamos en los “Apuntes del subsuelo” de Fiodor M. Dostoievski El protagonista es un miserable, un despojo, un desecho que vive su vida subido en una atalaya (en el subsuelo) observando y juzgando a los demás, y desde ese púlpito, como juez supremo, se siente superior, se siente un dios incapaz de mirarse a sí mismo, de observarse. Un ser anónimo, anodino, repudiado y humillado que se cree sublime, que se cree perfecto.

En “La piel de zapa”, de Honorato de Balzac, un vejete con ciertos tintes mefistofélicos lo explica de la siguiente manera:

Voy a revelar a usted, en pocas palabras, un gran misterio de la vida humana. El hombre se consume a causa de dos actos instintivamente realizados, que agotan las fuentes de la existencia. Dos verbos expresan todas las formas que toman estas dos causas de muerte: Querer y Poder. Entre estos dos términos y la acción humana existe otra fórmula de la cual se apoderan los sabios y a la que yo debo la suerte de mi longevidad. Querer nos abrasa y Poder nos destruye; pero Saber constituye a nuestro débil organismo en un perpetuo estado de calma (…) En dos palabras: he situado mi vida no en el corazón, que se quebranta, ni en los sentidos, que se embotan, sino en el cerebro, que no se desgasta y sobrevive a todo.

Decía Aristóteles que la virtud está en el término medio, pero ¿existen los términos medios?

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues espero que no.
De los que citas sólo me he leído "Apuntes del subsuelo",pero creo recordar que era también bastante crítico/irónico consigo mismo,¿no?.Eso sí:contemplativo sí que era (kak ya).¡Cómo me reí con ese libro!

Anónimo dijo...

era Platón o Aristóteles quien decía lo del término medio ????

un abrazo.

P.D: Del Atleti mejor ni hablamos ;)Pues no es el Atleti lo que jugó ayer sino otra cosa.

El Impenitente dijo...

¿Kak ya?

Si te reíste con "Apuntes del subsuelo" también lo harás con "El jugador" y con "Una situación enojosa". Y, tal vez, con "El eterno marido" aunque este me pareció más tostón

El Impenitente dijo...

Pues fue Aristóteles. Voy a rectificar.

¿Qué es el Atleti?

Anónimo dijo...

Kak ya:como yo (en ruso)
No,EL jugador no me hizo gracia.Lo disfruté con todas las células de mi cuerpo,pero en otro sentido (más mejor).Los otros dos bah

3'14 dijo...

Dentro de lo gris hay muchas gamas. La complejidad reside en la multitud de variables que estas posibilidades nos ofrecen, pero sí, simplificar lo hace más sencillo, a priori. Yo me quedo con que todo es relativo y circunstancial. El observador no deja de formar parte de un teatro que otro observa, lo cual a su vez lo convierte en actor y así podríamos seguir sin llegar a un final. El término medio depende de la medida que se utilice ¿Y quien determina dicha medida? Es un pez que se muerde la cola. O simplemente, depende de dónde nos situemos, o lo que es más terrible, dónde nos situen.

No me hagas caso, estoy sufriendo una crisis, y no me da para pensar con mucha lucidez, o tal vez sí, pero prefiera no hacerlo.

Yo soy gris. Eso me proporciona una existencia poco soportable, pero asegura mi supervivencia.

SisterBoy dijo...

¡Ser, o no ser, es la cuestión! -¿Qué debe
más dignamente optar el alma noble
entre sufrir de la fortuna impía
el porfiador rigor, o rebelarse
contra un mar de desdichas, y afrontándolo
desaparecer con ellas?

Yo opto por una tercera vía: no colocarte nunca en una situación en la que tengas que hacer esa opción hamletiana. Espectador siempre, actor cuando no queda otro remedio.

Pi aqui estamos

El Impenitente dijo...

Igual escribo un día de estos sobre Dostoievski. Lo que me pasó con este hombre fue casi una revelación. Lo haré en español. Mi ruso es nulo.

Yo no he encontrado la fórmula. Me voy acercando y cada vez soy más observador, pero sigo actuando a destiempo y a contramano.

Pi, esperemos que en tu grisura (con perdón del palabro) supervivas muchos años y nos dejes estar no demasiado lejos para verlo. Y arriba los corazones.

Anónimo dijo...

¿Existen los términos medios?...por si acaso, me quedo con la gallina.

El Impenitente dijo...

¿Con la gallina o con el huevo?