martes, 1 de noviembre de 2022

Reconciliaciones

“El Asesino”. Música contundente. Guitarrera. El cartel de los Burning. El póster de Jimi Hendrix. El futbolín. Los baños, con los retratos de Boris Vian y de un mafioso italiano al que nosotros llamábamos Diego de Siloé (sólo porque, la primera vez que fuimos, alguien dijo -ése es Boris Vian- y otro (sospecho que Santángel. Es su humor) respondió -Sí. Lo é. Y ya bautizamos al mafioso del sombrero) en la entrada. “El Asesino”, con su público contundente, guitarrero, de pelo largo y de recuerdos de pelo largo.

Volvimos a “El Asesino”. Está Jimi. No están los Burning. Ni Boris. Ni Diego. La música seguía siendo guitarrera. Se acercó el camarero. Pedimos. Nos presentamos como antiquísimos clientes. Preguntamos por los ausentes. Le explicamos cómo era el local y lo que fue para nosotros. -Todas las noches alguien me cuenta la misma historia. Me sentó mal. Mi orgullo no lleva bien que me consideren uno más. Torcí el morro. Se empezó a enderezar cuando sonó “Desde el jergón” de Los Enemigos. -En pocos sitios en Valencia sonarán Los Enemigos. Sonrió el camarero. Terminamos nuestras cervezas. Nos levantamos. El camarero puso “La cuenta atrás” (tú vales, chaval). El perdón se culminó. Y, para celebrarlo, nos pedimos otras. Aquel tío sabía cómo rectificar. Y apreciamos su gesto.

Vas nadando y, de repente, hay alguien de pie en mitad de la calle. Levantas la vista y te encuentras con un abuelo. Le pides explicaciones y te mira con cara de no saber de qué le estás hablando. Miras alrededor y hay un montón de abuelos. Tienen su clase de aqua gym. No esperan. No preguntan. Se plantan en mitad y les da igual todo. Y salgo del agua rezando en arameo. Y ellos allí dando saltitos mientras un motivado, en el bordillo, hace los ejercicios que los abuelos imitan o no, pues siempre están los espíritus libres que siguen su propia inspiración gimnástica (y acuática). Y lo hacen siguiendo el ritmo de una música a todo volumen, una música programada por no sé quién y que incluye desde Bisbal hasta Sonia y Selena. Entro en el vestuario. Voy a la ducha. Se oye más la música en el vestuario que en la piscina. Rosalía y “Despechá”. “Feed from desire”. Raffaella Carrá. “Fiesta”. Con los primeros acordes de esta canción, ovación. –Desde esta noche cambiara mi vida, desde esta noche, desde esta noche. Los abuelos están cantando. No sé si darán saltitos o harán los ejercicios reglamentarios pero cantar, están cantando. Y empiezo a perdonarles. Y pienso que, oye, en el futuro, tal vez ya no pueda correr y quién sabe si hacer ejercicios en el agua podría ser beneficioso. Y si a eso añadimos cantar canciones de Raffaella Carrá, oye, pues gana enteros. Y me acordé de mi hija cuando dice eso de –tu yo presente encontrándose con tu yo futuro. Y se me fue el enfado. Y empecé a sonreír. Y…oye. Y me ha dicho si no estás tú, qué voy a hacer, si no estás tú.

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