jueves, 13 de febrero de 2025

Échate dos cantecitos

Según leí, cuando, en 1992, Kiko Veneno grabó “Échate un cantecito”, ya había desistido de vivir únicamente de la música. Se había buscado otro trabajo y componía sin presión y por afición. Fue, parece ser, Santiago Auserón y su empeño quienes lograron que se grabara este disco. Salió y triunfó. Un éxito. En Radio 3 sonaba a todas horas. Y mis hermanas y yo éramos (y somos) muy de Radio 3. Nos compramos el vinilo. Y lo desgastamos a base de bien.

Las conversaciones que tengo con uno de los padres de la piscina (el de la camiseta de Thelonious Monk), más que charlas parecen campeonatos de “soltar nombres” (name dropping en inglés). A veces le digo que debiéramos llevar un árbitro que nos diga quién gana. O para que nos despidamos cuando el primero llegue a cien. Como somos un tanto pedantes y capullos, lo pasamos muy bien. Y cuando tenemos público, lo pasamos mejor. Hace poco estuvimos de comida y nos juntamos ocho y creo que nos excedimos. Debiéramos pedir perdón al resto. Cuando lo pienso, algo de vergüenza sí que siento. Aunque eso no quita que disfrutase.

Uno de los nombres que salió aquel día fue “Échate un cantecito”. Repasamos canciones. Recitamos partes de éstas. Me sorprendió que las recordase tan bien. Porque igual hacía veinte años que no escuchaba este disco. Y al llegar a casa, lo puse.

No lo escuché entero. Me recreé en mis favoritas: “Echo de menos”, “Joselito”, “En un Mercedes blanco”, “Salta la rana” y en ese himno inmortal con un protagonista que tiene mi misma cara y que se titula “Lobo López”. Y siguen siendo muy buenas. Pedí perdón por haber estado tanto tiempo ausente. Y me entretuve con las letras. Degustando. Saboreando. Rimas fáciles. Frases cortas. Parecen simples. No lo son. Y por las noches todo es cambio de postura. Y encuentro telarañas por las costuras; Ya llegó la hora de la Zarzamora y sube la atmósfera del bar; ¡Qué pena de muchacho! - le dice la gente en los bares, cuando juegan a las máquinas y recogen lo que les sale; Salta la rana y, mientras salta, canta esta canción. Recuerda la letra. Sólo dice -ay, corazón; Vamos, Lobo López. Me has llegado al alma. Estoy tan ansiosa por ver esas cosas que tus ojos me hablan.

El sábado, corriendo, íbamos Palazón (que no tiene una camiseta de Thelonious Monk) y yo charlando y me contó una entrevista a Kiko Veneno que había escuchado. Resulta que acababa de vender su Mercedes blanco. Porque tenía un Mercedes blanco (en un Mercedes blanco llegó a la feria del ganado). Le preguntaron si le habían reconocido. -Bueno, cuando firmamos. Y, por lo que me dijo, aquel hombre fue consciente de que lo que había comprado no era sólo un coche.

No tengo datos. No puedo afirmarlo con certeza. Es sólo una impresión. Una sensación. Pero, aún así, me atrevo a asegurar que lo que vuelve después de mucho tiempo, lo hace siempre dos veces.

No hay comentarios: