He notado últimamente que tengo tendencia a marearme cuando me pongo en pie de manera brusca. Como apenas dura un segundo o dos, no le doy demasiada importancia. Corriendo un día con Paco salió el tema. Me respondió que a él le sucede lo mismo. Y que no es algo infrecuente. De hecho, hasta tiene nombre: hipotensión ortostática. Suena imponente.
No es lo peor tener que levantarme cada noche para ir al baño. No es lo peor tener que sentarme en la cama un rato antes de ponerme en pie para no marearme. No es lo peor. Lo peor es tener a Félix Rodríguez de la Fuente en mi cabeza narrando la secuencia: El orinonauta (nautus mingitatis) despierta de su letargo. Perezoso, intenta posponer lo que su cerebro ya sabe que es inevitable. Lentamente se incorpora. Sentado, aguarda, receloso de la hipotensión ortostática, hasta que considera que ha llegado el momento. Prudente, con movimientos carentes de agilidad, se pone de pie y, de manera titubeante, torpe, como un cervatillo recién nacido, da un primer paso. Luego un segundo. Sopesa. Analiza. Y entonces, y sólo entonces, el orinonauta, seguro, firme, con energía, se dirige a su objetivo.
Y en ese instante Félix se va y me quedo solo.
2 comentarios:
No quiero asustarte pero otro de los momentos en los que es fácil perder el conocimiento es, precisamente, al orinar. No me preguntes porqué lo sé.
El pero siempre niega lo anterior.
Y no te lo preguntaré.
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