viernes, 8 de marzo de 2024

Magdalenas, Mamas y Papas

Me llama un compañero de trabajo y me enseña lo siguiente:


Y ya estamos con el poder evocador de los sentidos.

La vuelta del viaje final de COU a París la hicimos pasando (y parando) por Andorra. No fue casualidad aquella parada. Para muchos de mis compañeros era fundamental pues allí ciertos pantalones vaqueros eran más baratos. Mientras unos buscaban pantalones yo me dediqué a comprar regalos para mis padres y hermanos. Y cuando hube terminado, pensé que faltaba el mío. Entré en una tienda de discos y allí lo vi: uno doble de grandes éxitos de The Mamas and the Papas.


No recuerdo qué regalé a los demás. Sí sé que mi regalo fue buenísimo. Colosal, vamos. La de veces que lo habré escuchado. Y aquí está. Conmigo. Por siempre.

(En la contraportada hay un texto un tanto largo con una frase que me gustaría reseñar: Una vez, hace mucho tiempo, en 1966, cuando el mundo parecía mucho más simple (¿recuerdas aquella época?)...).

Tengo pendiente escribir una entrada sobre versiones de canciones de los Beatles que, en mi opinión, que es la buena, superan al original. Y dos tengo en esa lista de The Mamas and The Papas: “I call your name” y “Twist and shout” (ésta última no es exactamente de los Beatles, pero, ¿quién recuerda la original?).

Ya lo escribí en una entrada anterior, pero lo vuelvo a repetir. El verano no termina con el equinoccio de otoño. El verano termina el segundo domingo de septiembre. El día de la Virgen de Gracia. Y la canción del final del verano es, sin duda, y mi hermano está también de acuerdo, “Twelve thirty (Young girls are coming to the canyon)”.

Y ya que estoy, mi canción favorita suya (por la melodía, por esos sobretonos locos alrededor de sus temas y porque es una barbaridad) es “I saw her again”.

Me gustan las magdalenas. Sobre todo cuando son como ésta.

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