viernes, 15 de marzo de 2024

Humor fallero

No me caen bien los falleros. Y mira que me gustan las Fallas. Llegan estos días y ni me planteo el irme. La Ofrenda y las mascletaes oscilan en mi percepción entre lo óptimo y lo sublime. Y el ambiente en las calles. La música. Las luces. Y nuestra Ronda Fallera, cuando madrugamos y recorremos corriendo los principales monumentos, que es muy divertida, aunque he de decir que, al final, nunca recuerdo cuál era cuál. No me terminan de entrar por los ojos. No se me quedan. No suelo entenderlas. Y siempre me pregunto por qué hay premios de “Ingenio y gracia”. Porque no son graciosas. De hecho, humor fallero es uno de los oxímoron por excelencia (y su máxima expresión, el caballo camina palante, el caballo camina patrás). Y ésa es una de las razones por las que no me caen bien los falleros. Se creen graciosos y no lo son en absoluto. Y no por ello dejan de intentarlo. Supongo que pasa con la mayoría de las agrupaciones. El ser humano, en cuanto se colectiviza, se desvirtúa (joder, qué frase me acaba de salir. Colectiviza. Desvirtúa. La leche). Y estos días oscilo entre la emoción y las ganas de hacer jabón. Un péndulo. Sin término medio.

Salí a correr. Como iba solo pude hacer mi ruta puerto, Nazaret, La Punta, huerta, barrio de la Fuente de San Luis, Ronda, Jamonero y a casa. Había bastante ambiente fallero. Era el día de la recogida de los ninots infantiles. Como esta ruta es muy solitaria (uno de sus encantos) me sentía aislado de los días que son. Hasta que llegué a la Ronda. Me crucé con dos fallas que venían con su ninot en andas. Me vinieron de cara las dos. Una llevaba charanga. La otra, no. Las dos iban ocupando la acera. Me abrí a la calzada. Las dos consideraron que jalear y vitorear a uno que pasa corriendo por su lado como si estuviese a punto de batir un récord del mundo era gracioso. E inevitable, me temo. Debe ser uno de los puntos del "Reglamento de Ingenio y gracia fallero". Lo ejecutaron con entusiasmo. Y con el resultado habitual. Saludé con la mano e hice una mueca en forma de sonrisa. Y me puse a calcular cuánto jabón podría sacar de todos estos mendrugos.

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