sábado, 27 de mayo de 2023

Almansa

En 2008 más de diez climaturios fuimos a correr la media maratón de Almansa. Tenía mucha fama en el mundillo, por la participación, por la bolsa del corredor y por el ambiente en carrera. Nos dejamos influir por lo que habíamos oído y, desde luego, pasamos un buen día, a pesar de la tormenta que nos acompañó durante el viaje de ida. Yo, desde luego, tengo muy buen recuerdo. Fue la primera vez que bajé de uno veintitrés (1:22:09). Como quedé entre los ciento cincuenta primeros, me regalaron un par de zapatos. La carrera me pareció muy bien organizada. Y la participación era tremenda (no recuerdo el número), con gente de Albacete, Alicante, Murcia, Cuenca, Valencia y Madrid. El ambiente en carrera no me pareció para tanto (ya había corrido entonces la San Silvestre Vallecana y la Behobia San Sebastián). Sí que había gente bajo el castillo, pero el resto estaba muy desangelado. Pero eso no empaña el recuerdo. Y como luego nos quedamos a cenar allí, pues quedó en los anales climaturios como un día grande. Y en mi memoria entró en la categoría de día mítico (cómo corrí aquel día. Cómo corrí).

No había vuelto desde entonces. Y como Ramón, después de llevarnos a correr la media maratón de Ribarroja, seguía en efervescencia, pues nos volvió a engañar y propuso Almansa para la primavera. Jorge y yo volvimos a decir que sí. El resto no respondió (antes llegará el hombre a Plutón que en una media maratón vuelvan a coincidir diez climaturios). 

Mi plan de correr ahora ya no se ve afectado por un objetivo. Sigo con mis sesenta kilómetros semanales sin un plan establecido. Así no me lesiono y de eso se trata. Si quedo con alguien me suelo adaptar a lo que el otro quiera. Y si salgo solo, pues hago la mitad tranquilo y la segunda mitad como me apetezca en ese momento. Carreras sí que sigo corriendo. Fui a los quince kilómetros de Puzol (un desastre). Fui a Moncada (donde disfruté mucho aunque, como no sé cuánto medía la carrera (sobre once kilómetros), pues a lo mejor no corrí tan bien) y, por último, corrí un diez en Manises a 4:10 minutos el kilómetro de promedio que me dejó buen sabor de boca.

Almansa. Sigue moviendo mucha gente aunque estaban disgustados porque se habían quedado en dos mil participantes. Está bajando el número de inscritos a las carreras, eso es cierto. Hay muchas y no suelen ser baratas. Los alarmistas dicen que la burbuja de correr se está desinflando. Yo prefiero pensar que nos estamos quitando el sebo. La organización, fabulosa. La bolsa del corredor ya no es tan buena, pero mejor que la mayoría. No había zapatos para los primeros. Camisetas de Albacete, Cuenca, Alicante, Valencia, Murcia y Madrid. La sensación de estar en una carrera especial. Viento. Amenazaba lluvia (no se cumplió la amenaza). Mi objetivo, pues bajar de 1:35 (a 4:30) y, cuanto más me acercase a 1:30 (4:16), mejor. A las siete, disparo (es raro escuchar un disparo en la salida. Lo normal ya es una cuenta atrás) y a correr.

La primera vuelta estuvo bien. El viento era molesto en tramos, pero lo aguantaba. Vi que el circuito lo habían cambiado. No se salía del pueblo (si es que Almansa es un pueblo). Circuito revirado, conejero, con mucho sube y baja y dos giros de ciento ochenta grados. A cambio, mucha gente en la calle. Pero mucha. Es un día de fiesta. La gente se reúne. Montan mesas con comida y bebida y allí están, pasando la tarde, con cencerros, animando a los que pasan. Un gimnasio sacó las bicicletas de spinning a la puerta y a pedalear jaleando. Impresionante la carrera en animación. Al nivel de las mejores. Yo me iba sintiendo bien. Las piernas no las sentía frescas pero cuando subiendo paso gente y bajando no me pasa nadie, es que la cosa no va mal. Pasé el diez en 42:57, por debajo de 4:18, y no tuve miedo ante la segunda vuelta. Más bien notaba hambre. Con respeto, pero noté el colmillo afilado.

La segunda vuelta fue un espectáculo (hablo de sensaciones siempre, no de tiempos). Cada kilómetro me sentía más poderoso. Ya no sólo adelantaba subiendo. También bajando. Los dos últimos kilómetros fueron un festín. De hecho iba tan lanzado que hice algo que me avergüenza. En la última recta llevaba a tres delante de estos que han corrido juntos y que se están preparando para entrar en meta de la mano. Debiera haberme quedado detrás de ellos para que tuvieran su foto. No lo hice. Salimos los cuatro, yo un metro delante. No estuvo bien, pero eso no empaña mi satisfacción. 1:30:05, habiendo corrido del diez a meta a 4:15. Y cuando corro bien, cuando disfruto tanto, estoy feliz. Y cuando estoy feliz, estoy feliz.

Nos duchamos, nos tomamos una cerveza, cortesía de los patrocinadores de la carrera, y nos fuimos a cenar. Después de pedir, consultamos las clasificaciones. Entonces Ramón me dice –Tercero en tu categoría. Has hecho podio.

Mi primera reacción fue de disgusto. Ya no llegaba a la entrega de premios. No iba a subir al podio. Me había perdido mi momento de gloria. Mi foto. Mi trofeo (aunque éste ya está en camino. Va a seguir una ruta enrevesada, pero llegará. Entonces le haré una foto y completaré la entrada). Lamenté no haberlo mirado, pero, ¿cómo iba yo a hacer podio en Almansa? De hecho ni sabía cuál era mi categoría. En fin, que estuve disgustado diez segundos. Luego empecé a sonreír porque, con foto o sin foto, he hecho podio en Almansa. Y eso es un hito. Y el chuleo es el chuleo.

Y me hinché como un pavo. Presumí con los climaturios (siempre desde la falsa modestia). Y a punto estuve de salir a la calle vestido de Elvis Presley y de reprochar a todo el mundo que no me ovacionasen al pasar. Porque un podio en Almansa no es cualquier cosa. En mi palmarés pasa directamente a la primera fila. Estaba feliz con la carrera que había hecho pero esto… Esto lo supera todo. Porque Almansa 2008 fue un día mítico. Y Almansa 2023... histórico.

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