Llegó a casa toda orgullosa. No era para menos. Decidió saltarse la parte de ser modesta y nos dio una lección de cómo comunicarnos la noticia y de presumir de ello con donaire y elegancia. ¿Contentos? Mucho. Muchísimo, porque, además, esta beca nos ha traído dos regalos.
Si hay alguien feliz con este reconocimiento es su hermano. Hasta ahora ha sido él quien ha tenido más oportunidades. Se las ha ganado, es cierto. Y nos las ha pasado permanentemente por la cara. Eso también. Y que su hermana sea premiada y nos lo pueda restregar, que tenga esa posibilidad, a él le ha emocionado más que a nadie.
Mi hija está muy contenta. Ya lo he dicho. Pero no sólo por ella. Otra de las becadas es amiga suya, alguien que tiene unas circunstancias familiares digamos que peculiares donde no se estimula el estudio precisamente. Y ella tiene ese don. Y esta beca tal vez le abra una puerta. Tal vez. Y mi hija tiene más ilusión por su amiga que por ella misma. Y eso…bueno. También es motivo de orgullo, ¿no?
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