sábado, 18 de febrero de 2023

A ese lugar yo quiero ir a vivir

El “Álbum blanco” de los Beatles tiene treinta canciones. Y, en su momento, me entretuve bastantes veces haciendo una competición entre las mismas (esto ya lo conté, pero bueno. Viene al caso). Mediante sorteo puro y duro (sin cabezas de serie) hacía quince enfrentamientos. De las eliminadas, seleccionaba mi favorita (nunca nadie protestó mi decisión) y ya tenía dieciséis. A partir de ahí, octavos, cuartos, semifinales y final. Siempre ganaba “Savoy truffle”. La finalista, si iba por la parte correcta del cuadro, solía ser “Cry baby cry”. ¿Es, para mí, “Savoy truffle” la mejor canción del disco? Está entre ellas. Entonces, ¿por qué ganaba siempre? Buena pregunta.

El placer de hacer este tipo de competiciones no me ha abandonado. Ni tampoco el de hacer listas. Así, empecé a organizar un campeonato para elegir la mejor canción hecha nunca en España. Y decidí arrancar en treintaidosavos de final. Es decir, tenía que hacer una selección previa de sesenta y cuatro canciones. ¿Según qué criterio? El criterio era, una vez más, el que definiese mi gusto infalible y exquisito. Dicho así parece fácil. Pero había trabajo. Por ejemplo, ¿podemos considerar a Antonio Machín español? ¿Y a Tequila? ¿Y a Los Rodríguez? ¿Y Los Bravos? Reunido conmigo mismo decidí que sí. Luego tuve otra duda. Podía empezar a buscar y a recordar canciones e ir haciendo una lista y, a partir de ahí, cribar hasta llegar a sesenta y cuatro (cabezas de serie. Fases previas). Otra posibilidad era seleccionar sesenta y cuatro cantantes/grupos (fase previa. Cabezas de serie). Y de cada uno de ellos, elegir mi canción favorita (algo así como si sesenta y cuatro países concursasen en Eurovisión y cada uno presentase una canción y yo fuese el comité de selección de cada país). El caso es que la euforia del principio se fue diluyendo ante el trabajo que tenía delante. Y tampoco ayudó que, eligiese el formato que eligiese, ya sabía que el ganador iba a ser “Ángel guardia” de El Niño Gusano, así que, todavía no he empezado. ¿Es, para mí, “Ángel guardia” la mejor canción que se ha hecho nunca en España? Está entre ellas. Entonces, ¿por qué sabía seguro que iba a ganar? Buena pregunta.

Somos pesados con las canciones. Muy pesados (hablo en primera persona del plural por aquello de la falsa modestia pero realmente debiera escribir en segunda o tercera persona, como poseedor de la verdad absoluta en cuestión musical. Ellos son pesados. Yo soy didáctico, además de faro, luz y guía). Podríamos quedarnos en lo que son para nosotros. Lo que nos emocionan. Lo que nos conmueven. Lo que significan en ciertos momentos. Lo que nos recuerdan. Lo que nos sugieren. Pero las elegimos para que hablen de nosotros y por nosotros. Para explicarnos. Para dar a entender. Para impresionar. Para epatar. Para mostrar. Para iluminar. Pero este afán exhibicionista no puede menoscabar lo que realmente son las canciones. Y, al menos para mí, muchas veces trascienden más allá del gusto o de la emoción. No es dónde te llevaron o dónde te llevan cada vez que las escuchas. Es lo que son en ti. Y, también, lo que tú eres en ellas. Es algo abstracto que no sé si seré capaz de explicar. No son emociones sólo, ni pasado, ni vivencias, ni recuerdos. Son canciones que son tuyas. Y tú eres esas canciones. “Savoy truffle”. “Ángel guardia”. Tenían que ganar. No sé explicarlo, pero esas canciones son yo. Y yo soy ellas. Y ganarían siempre. Claro que lo harían.

2 comentarios:

kyezitri dijo...

El público respalda el veredicto del jurado.
¿No ves que allí no necesito mapas?

El Impenitente dijo...

Sabía que podía contar con tu apoyo.

¡Qué bien sabe no existir!