miércoles, 11 de septiembre de 2019

King Jorge

Los amigos son los amigos. Al final, que estén o que no estén, que los veas más o que no los veas nunca es sólo circunstancial. La amistad es un sentimiento, un sentimiento que parece que sea patrimonio de la adolescencia y de la juventud, cuando el tiempo pasa más despacio, pero que siempre encuentra resquicios pasen los años que pasen. Nunca es tarde para conocer gente. Nunca conocemos a demasiada gente. Nunca es tarde para querer.

No parece el trabajo el mejor sitio para hacer amigos. En el trabajo se producen muchas situaciones que muestran a las personas tal y como son de verdad. El trabajo puede sacar lo peor de cada uno. O lo mejor. Gente en quien refugiarte, en quien confiar, con quien desahogarte, con quien charlar, con quien sonreír o con quien reírte con ganas. Las discusiones Valencia Atlético de Madrid con Nacho; las conversaciones interminables sobre cualquier tema con Vicente (Señor del Sie7e. Qué tiempos); lo que supuso Sergio, el único rayo de sol en mitad de aquella podredumbre; Raúl, el maestro albaceteño, que tenía el don de hacerte reír en la peor de las situaciones.

Y Jorge. El señor gruñón. El señor de atribulada vida galante. El señor de buen gusto musical que he contribuido a enriquecer. El señor de excelente criterio a la hora de catalogar a las personas. El señor al que sólo tenía que mirar para entendernos.

La amistad es un sentimiento, independiente de las circunstancias. Eso no va a cambiar, Jorge. Pero ir a trabajar no va a ser lo mismo. Primero fue Raúl. Ahora, tú. Te diré que te deseo suerte y que te deseo lo mejor, pero que sepas que es mentira. Me dejas solo. Y esto no se hace. Te voy a querer siempre, eso tenlo seguro. Pero, perdonarte, nunca.

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