jueves, 3 de enero de 2019

Más entremeses (pero, ¿quién puede decir que alguna vez ha sido el mejor?)

Trofeo internacional de natación en Castellón. Piscina cubierta de cincuenta metros. Cronometraje electrónico. Doscientos metros libres. Mi hijo pasa por los cincuenta metros en treinta y dos segundos y por los cien en veinte. Desenterramos a Einstein para que nos explique cómo puede alguien pasar antes por los cien metros que por los cincuenta. El paso por los cien metros es homologable. Al ser cronometraje electrónico la marca se homologa automáticamente y así, en la página de la Federación Española de Natación (RFEN), en la lista de los récords nacionales, figura (figuraba. Ya no) mi hijo como plusmarquista nacional de los cien metros libres en categoría absoluta. Y no sólo eso. Estamos a la espera de que la federación internacional (FINA) lo homologue como récord del mundo ya que lo ha mejorado en veintiséis segundos.

Día de Navidad. Como soy un señor mayor me levanto en mitad de la noche para ir al baño. No puedo entrar. La puerta está atrancada. Se ha roto el pestillo o lo que sea. Amanece. Llamo a la compañía de seguros. Este tipo de anomalía no está incluida en el contrato y, siendo el día que es, no pueden enviar a casa a nadie a realizar la reparación. Igual al día siguiente. Y cobrando. Resignación. Ana consulta en YouTube. Hay un tutorial sobre esto (hay tutoriales sobre todo, sospecho). Me lo enseña. Existen tres opciones para poder abrirla. La tercera se titula: patada en la puerta. Pruebo con la primera. Desatornillo. Desmonto. Palanca. Llave inglesa. Giro. La puerta se abre. Esto que puede parecer una tontería es un momento cumbre en mi vida. Decía Woody Allen (en “Annie Hall”, creo) que a él en el ejército lo habían declarado inutilísimo, que no valía ni como prisionero. En “Bricolaje” yo no pasé del título. Inutilísimo también. Ni para cambiar una bombilla. La euforia ha sido tal que cogí la pieza rota, fui a la ferretería, compré dos nuevas, reparé la puerta y dejé una de repuesto por si acaso. Y me paso el día abriendo y cerrándola. Y, cada vez que la cierro, me suena como debe de sonar la puerta de un Rolls Royce al cerrarse. No creo haber descubierto a estas alturas mi nueva vocación pero…joder, qué satisfecho me siento.

4 comentarios:

kyezitri dijo...

Me siento muy representado por el segundo entremés. Ni siquiera sé lo que es una ferretería. Y cuando tuve que hacer una chapuza también compré dos piezas de repuesto aunque sea mucho más fácil que haya que desechar la lavadora antes de que se vuelva a romper esa misma pieza. Y enhorabuena por la plusmarca nacional de Carlos Jr.

El Impenitente dijo...

Creo que también compramos varias piezas de repuesto porque, ya que sabemos reparar algo, estamos deseando volver a hacerlo. Y llegamos a maldecir no volver a tener esa oportunidad.

Jp dijo...

Hola Cari. Hoy me he pasado por aquí.
Llevo más de un mes intentando cuadrar un microondas en su marco decorativo para que quede perfectamente encajado.
Cuando no encaja de un lado es del otro. Y ahora que está encajado se mete para el interior.
Paso de comprar otro de repuesto.

El Impenitente dijo...

Creo que el problema está en lo de "marco decorativo", un concepto superfluo que refleja tu homosexualidad soterrada y latente. Te aconsejo un par de películas de Chuck Norris y otro par de Clint Eastwood que harán desaparecer el marco decorativo. Verás entonces cómo el microondas encaja.