Primer control de la temporada en la categoría alevín. Cuatrocientos libres y doscientos estilos. En las listas de la competición, ordenadas por tiempos, mi hijo figura en segundo lugar en los cuatrocientos libres y en quinto en los doscientos estilos. Da gusto verlo arriba en la lista sabiendo que va a nadar en la serie buena, en la de los mejores. Es un control. Es una toma de tiempos. Hay que relativizar. En la serie buena. Con los mejores.
Cuatrocientos libres. 4’ 51” 70 como marca acreditada. Sale por la calle cinco. Preparados y silbato. Pasa bien el cien. Van dos destacados y, tras ellos, mi hijo y otro emparejados. Pasa bien el doscientos, mejorando su marca. En el trescientos parece flojear. Se descuelga del tercero. Saca fuerzas de no sé dónde, se revoluciona en el último cincuenta y, en la llegada, le mete la mano al que iba delante quedando tercero. 4’ 50” 26. Bien. Primera prueba de la temporada y mejorando.
Doscientos estilos. 2’ 44” 41 como marca acreditada (en piscina de cincuenta). Sale por la calle dos. Preparados y silbato. Al terminar la mariposa va un nadador destacado con otros tres, entre los que se encuentra mi hijo, pisándole los talones. Al terminar la espalda ya van los cuatro emparejados. En la parte de braza se pone mi hijo en cabeza. Faltan cincuenta metros. A crol. Todo el mundo va bien a crol. Ciento setenta y cinco metros y me hijo sigue en cabeza. Mi hijo nada como si no hubiese un mañana. Yo grito como si no hubiese un mañana. Quince metros. Diez. Cinco. Mi hijo toca el primero. Gana. Ha ganado. Mi hijo ha nadado en la serie buena y la ha ganado. 2’ 33” 66. Un tiempazo. Hay que relativizar. Es sólo el principio. La temporada acaba de empezar. Hijo mío, eres extraordinario.
miércoles, 1 de noviembre de 2017
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2 comentarios:
Es extraordinario. He estado a punto de gritar yo mismo. Un abrazo muy grande desde La Serenísima.
¡Viva la República Serenísima! ¡Larga vida a Tomoya I!
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