miércoles, 26 de agosto de 2015

Gorrino's cup (segunda parte y última)

Volvimos a aceptar la invitación de jugar la Gorrino’s cup. Este año la competición se jugó en formato triangular ya que Corea, demostrando una inteligencia superior a la nuestra, se dio de baja. Nos presentamos con sólo un cambio al torneo por lo que fichamos in extremis a Xabi, que había bajado a reírse de nosotros. Pactamos partidos a veinticinco minutos. Nos tocó abrir el torneo frente a los Minardi, el eterno campeón del mismo y que nunca había perdido un partido. Decidimos emplear la única táctica de la que éramos capaces, es decir, los cuatro de campo bien juntos defendiendo con todo y confiando en Gabi. Y la táctica funcionó. Gabi lo paró todo. Defendimos fenomenal. Y no jugamos mal en ataque. Tuvimos bastantes oportunidades. A mitad de la primera parte nos pusimos uno a cero. Y ya al final, Kas metió el segundo. Habíamos ganado. Los Minardi habían perdido por primera vez. Y teniendo en cuenta que Minardi e Ínter empataron a dos en el segundo partido vimos la posibilidad de ganar el trofeo. Estaba ahí. Lo estábamos tocando. Nos bastaba el empate. Y empleamos en la final la misma táctica que en el primero, con la diferencia de que esta vez Gabi no tuvo que parar nada pues apenas tiraban. Algún susto nos dieron, pero salieron fuera. Y aguantábamos. Y tuvimos nuestras oportunidades. A mí me metió un balón Xabi que me quedé solo delante del portero. Y entre todas las posibilidades que tenía elegí darle un balonazo al mismo, uno de esos fallos que…bueno, que no se me van de la cabeza. E iba pasando el tiempo. Y Xabi tuvo que salirse porque tenía los pies llenos de ampollas. Y yo perdí un balón cerca del área y, al tratar de enmendar el fallo, sentí un latigazo en el abductor que me hizo salir del campo arrastrándome y que, unos cuantos días después, todavía me tiene la cara interior del muslo izquierdo hinchada y amoratada, que sabe Dios cuándo volveré a correr. Y el tiempo pasaba. Y seguíamos empate a cero. Y no teníamos cambios. Y aguantábamos. Y aguantamos hasta que, a pocos minutos del final, un rebote se coló en nuestra portería. Luego vino el segundo. Fer metió el dos uno, pero nada. Habíamos perdido. Lo habíamos tenido, lo habíamos tocado pero, una vez más, cautivos y desarmados, subcampeones.

Fue a mitad de la primera parte del primer partido. Teníamos el balón. Kas avanzaba por el centro buscando a quién pasar. Nadie salía a su encuentro así que vio hueco y se la jugó. El disparo le salió muy centrado pero muy fuerte. El portero lo pudo parar pero se le escapó. Y el balón se quedó botando escorado a la izquierda. Y por allí estaba yo. También estaban el portero y un defensa pero, cuando quisieron darse cuenta, ya estaba empujando el balón para dentro. Fue el uno a cero.

Kas avanzaba por el centro. Yo me movía ofreciéndome, intentando abrir huecos pero pensando siempre –a mí no me la pases, por favor, que no sé qué hacer con ella. Con alivio comprobé que no eligió la opción pasarme y decidió tirar a puerta. Me fui hacia la portería, por si había algún rechace. Y lo hubo. El balón se fue botando hacia mi izquierda. El defensa estaba a mi espalda. El portero estaba más lejos que yo. Me fui hacia el balón. Tenía que darle con la izquierda. Y sentí miedo, miedo a fallar, miedo al ridículo. Y el miedo se fue en el momento justo de darle al balón. Y el balón entró. Y me puse a gritar. Y salí corriendo. Y di un salto. Y me abracé a mis compañeros. No volveré a jugar la Gorrino’s cup. No volveré a jugar al fútbol sala, pero pocas sensaciones hay en esta vida que puedan compararse a lo que se siente al marcar un gol.

4 comentarios:

J.P. dijo...

Pues sí, son pocas las sensaciones que puedan compararse a meter un gol.
Y lo describes tan bien, cari, que hasta me larece fácil que lo hagas tú y cuanto menos, tu primo F.Torres

El Impenitente dijo...

¿Cari? ¡Amos, no me jodas!

Y fue fácil meter goles hasta que dejó de serlo. Al principio, cuando era un chaval, marcaba siempre. Después se fue convirtiendo en algo imposible, una utopía. Por eso, cuando el otro día se quedó el balón botando pensé -no puede ser. Algo ocurrirá que haga que no sea gol. Y cuando vi el balón entrar me puse a gritar. Era un grito que llevaba muchos años esperando.

Y verás que no he entrado al trapo con Torres. Ayer jugó bien.

Slim dijo...

Goooooool!
espero que tu abductor se haya recuperado ya.

El Impenitente dijo...

Pues no. Y lo que le queda. Me parece que este año el maratón va por el aire.