jueves, 7 de abril de 2011

Por el puente de Carlos se tiró, se tiró

Vamos el Máquina y yo caminando junto al río hacia el hotel. Bajamos con el petate al hombro en pantalón corto y camiseta, con nuestras medallas colgadas del cuello. Acabamos de terminar de correr la media maratón de Praga. Ya hemos salido del bullicio de la carrera y hemos sido absorbidos por las hordas de turistas y nativos. Comentamos la carrera. Las intenciones eran unas, pero el calor (no es buena idea poner una carrera a las doce del mediodía), el adoquín, los toboganes y la paliza de los dos días anteriores de turismo nos han puesto en nuestro sitio. Y a pesar de no haber salido a disputarla pues yo dentro de poco tengo lío, llevamos un dolor de piernas maratoniano. Frente a nosotros, ladeada un tanto a mi derecha, observo cómo una beldad de veintitantos años con rasgos checos nos mira, arma su cámara y nos dispara una foto. Sorprendido, abrazo al Máquina y posamos para la muchacha. Ésta sonríe y nos dispara otra. Nos despedimos. Ella sigue su camino. Nosotros el nuestro. Entonces comentamos que este gesto demuestra claramente que todas las veinteañeras autóctonas (las chicas checas, vamos) no es que admiren a los corredores sino que tiemblan de emoción cada vez que ven a dos sub tres valencianos dotados de tanta donosura y elegancia natural como es la nuestra. Y ya sin el menor dolor de piernas y ufanos como pavos llegamos a nuestro hotel.

Diez nos fuimos a Praga. Cuatro somos corredores habituales. Uno es corredor esporádico. Dos, consortes ellas, son corredoras muchísimo más esporádicas y las otras tres consortes, incluida Ana, consideran que los kilómetros a recorrer por el matrimonio figuran dentro del régimen de gananciales y ya los hacemos nosotros. La excusa del viaje era la media maratón pero fue sólo una primera excusa pues en la estancia se formó dentro del grupo una facción muy poderosa independiente de carreritas y demás: la facción intelectual. Esta facción se metió entre pecho y espalda dos óperas, dos. La facción no intelectual o, por llamarnos por nuestro verdadero nombre, la facción garrafón, mientras Pilkington le hacía pasar las mil y una a Butterfly o mientras Don Giovanni se trajinaba hasta al apuntador, aprovechamos para callejear, beber cerveza y sufrir por los intelectuales pues teníamos miedo de que a la mezzosoprano o al barítono se le escapase una fusa o una semicorchea y les diese en toda la cabeza. En uno de nuestros paseos por la Ciudad Vieja se nos acercó un varón de unos cuarenta años con rasgos eslavos y nos preguntó en un castellano mejor que el nuestro:
-¿Madrid o Barcelona?
-No, somos valencianos.
-¿Valencia? Yo viví dos años en Benimaclet. Luego también estuve en Gerona y en Murcia. Ocho años he pasado en España trabajando en la construcción como electricista. Pero me he tenido que volver. No hay faena.
-Y aquí, ¿qué tal?
-Bueno, ahora trabajo en un puti club.
-Un trabajo como otro cualquiera.
-No te creas, trabajo en el puti club más grande de Europa. Pero no estoy contento.
-Las empresas grandes, ya se sabe.
-Me han contratado sólo porque sé hablar español. Y yo lo que quiero es volverme a España. ¿Cómo están las cosas por allí?
-Pues siguen bastante regular.
-Seguiré esperando. Que paséis buenos días por aquí. Y no cambiéis dinero con nadie por la calle. Os timarán.
-Muchas gracias. A ver si nos vemos pronto.
-Gracias a vosotros. Hasta luego.

Avión de retorno. Volvimos como fuimos, vía Zúrich (mira que me siento cosmopolita diciendo eso de vía Zúrich. Nunca dejaré de ser un paleto). A punto de llegar a Valencia un hombre de unos cincuenta años con el pelo totalmente canoso se levanta y se dirige por el pasillo hacia el baño. Está muy blanco. Tropieza. Se apoya sobre el respaldo de un asiento. –No me encuentro bien-murmura. Y cae al suelo. Con los gritos se levanta otro hombre de su misma edad bastante moreno.

-Es amigo mío. Es amigo mío. Dejadme. Tumbadle en el suelo. Levantadle los pies. Ponedle de lado, que no se trague la lengua. Tranquilos, soy veterinario. He vivido esto muchas veces. Dejadme a mí.

Y el caso es que en el vuelo viajaban un montón de médicos que volvían de un congreso (congreso y lo que no es congreso patrocinado por algún laboratorio farmacéutico, seguramente). Pero lo vieron tan seguro que le dejaron hacer. Y muy tranquilos nos quedamos. Una pena que no tuviésemos ninguno nada a mano que operarnos para haber aprovechado que teníamos un veterinario tan cerca. Una verdadera pena.

10 comentarios:

Slim dijo...

qué tendrá Praga que a la mayoria de los españoles que van allá les engañan para meterlos en una ópera. en nuestro caso, además, era una ópera de títeres! que mal rato pasé deseando que acabara mientras mis tres compañeros de viaje roncaban al unísono con Puccini!!
pero que bonita es Praga. me encantaria volver otra vez (sin ópera, que ya soy mayor y no me engañan). debió ser chulo correr por ahi.
y que buenisima esta la cerveza! todavia es tan barata??

el Sr. Skywalker dijo...

¿Praga es la segunda parte de Vienapragabudapest? Ah, ya.

No has hablado de los taxis ¿no? Igual me salté esa parte, no estoy seguro. Tampoco has hablado del ordenador de la recepción del hotel.
Joder, no has hablado de nada importante.

Elvis dijo...

Muy bueno el relato. La verdad es que Praga es una ciudad maravillosa para perderse por ella.
Saludos cordiales.

3'14 dijo...

¿¿¿Pero el puticlub más grande de Europa no estaba en La Junquera???

Oye, y que me alegro un montón por ti, no sólo practicas tu afición favorita si no que además te pegas unos viajes tremendos!
Ya sabes que últimamente voy y vengo, más voy que vengo...pero siempre estoy :)

Arual dijo...

Subscribo las palabras de Pi, corres, disfrutas, viajas, y encuentras gente interesante, Impenitente si no fuera porque no me gusta sudar de mayor querría ser como tú.

El Impenitente dijo...

Praga sigue siendo una ciudad muy hermosa. La cerveza está muy buena y es muy barata (pensaba en mis amigos del secarral constantemente). Por otra parte Praga es una ciudad fantasma y no tengo un gran concepto de los checos. Casi siempre que viajé me quedaron ganas de volver. En Praga ya he estado.

Skywalker, me quedan la primera y la tercera parte. Se estudiarán. Lo del taxi por ahora me lo guardo (eso de que te timen y que te zurren hay que asimilarlo). Respecto al ordenador del hotel no tiene gran interés. Siempre estaba ocupado con gente que estaba en Facebook. Yo entré una vez a ver si tenía algún comentario. Y luego también a ver si había salido la clasificación de la carrera. Y nadie descubrió dónde estaba la @ en el teclado.

El Google dice que el puti club más grande de Europa está en la Junquera. El checo me engañó. Por otra parte no me explico como nuestro President consiente que no esté en nuestra Comunitat algo que sea lo más grande de Europa o del mundo.

Pi, tú ya sabes que puedes ir, venir, estar y ser a voluntad.

Arual, ¿me estás llamando viejo? Por otra parte que tras el sudor está la ducha, el almuerzo, la cena, la cerveza. Detrás del sudor siempre está la recompensa.

Slim dijo...

"Detrás del sudor siempre está la recompensa" esto lo lee nike y te hace un anuncio que gana premios!!

a nosotros creo que tb nos timo un taxista en praga. pero le preguntare a cucumber que tiene mejor memoria que yo a ver si se acuerda de como fue...

El Impenitente dijo...

Si Nike me hace una oferta como publicista igual me lo pienso. Aunque eso de estar rodeado siempre de "creativos" una semana puede ser curioso, pero más tiempo tal vez sea estomagante. Tal vez mejor una oferta de probador de zapatillas. No estaría mal.

Álex dijo...

En verano iré a Praga (y a Berlín, lo de Viena y Budapest lo dejo para mejor ocasión). De momento tomo nota de la cerveza barata y evitar los taxis y la ópera. ¿Algún consejo más? (El de ponerme orejeras como los burros para no mirar a las checas que pasen por al lado y así ahorrarme un guantazo de mi señora ya me lo han dado).

El Impenitente dijo...

¿Consejo? Llévate las piernas y anda todo lo que puedas y más. Te diría sitios pero mejor callejea y piérdete. En Praga todo es hermoso. Y Berlín imprime carácter.

Respecto a las checas, qué quieres que te diga. Dicen que el nacionalismo se cura viajando. Yo, cuanto más viajo, en tema de chicas más nacionalista español me hago. Y las checas no son feas. Las hay espectaculares. Pero no sólo en fútbol somos campeones del mundo.