Ciento diez

Abriremos la sección de actualidad y entraremos al trapo de la limitación de velocidad a ciento diez kilómetros por hora. Y entraremos, una vez más, por lo anecdótico. Aquí no nos importa el fuero sino el huevo. Y nos lo vamos a creer todo. Nos vamos a creer que entre los miembros del gobierno no están ni el que asó la manteca ni el que se fue a vendimiar y se llevó de postre uvas. Nos vamos a creer que la subida del petróleo aumenta el desequilibrio en nuestra balanza comercial y la limitación de velocidad es la solución óptima para equilibrar dicha balanza. Nos vamos a creer que España es un país que, para la producción de energía, depende fuertemente de las centrales térmicas y, claro, de tanto quemar carbón, gases y derivados del petróleo, y a pesar de que no se nos cae la palabra sostenible de la boca, pues emitimos dióxido de carbono suficiente como para sepultar el Protocolo de Kyoto y limitando la velocidad reduciremos las emisiones y nos acercaremos a los límites exigidos. Nos vamos a creer incluso que ésta es una medida provisional profundamente sopesada y reflexionada y que se ha tomado teniendo en cuenta el parque móvil nacional y la situación y la calidad de las carreteras españolas. Lo dicho, nos lo creemos todo y apoyamos la medida. En los paneles luminosos que te encuentras por la carretera está anunciada la limitación de velocidad y, tras el anuncio, añaden la leyenda –pedimos su colaboración. Y aquí es cuando se me tuerce el gesto. ¿Piden la colaboración? No recuerdo que se haya planteado un problema y luego sugerido una serie de recomendaciones dejando la libertad a cada uno de seguirlas o no. Más bien se ha impuesto una norma y se he dejado bien claro el capítulo de penalizaciones y sanciones. Es decir, se obliga a la colaboración, se exige la colaboración. Y claro, cuando leo el texto en el panel pues me vienen las dudas: ¿nos estáis tomando el pelo? ¿Os estáis riendo de nosotros? ¿Nos estáis llamando imbéciles? O a lo mejor no. A lo mejor están siendo sinceros. A lo mejor están pidiendo realmente la colaboración. A lo mejor nos están diciendo: ésta es la norma, colabora, sáltatela. Infríngela todas las veces que puedas y, después, no te escondas y paga todas las multas. Pero todas. Porque, a lo mejor, no se trata del desequilibrio en la balanza comercial. A lo mejor no se trata de Kyoto. A lo mejor no.