Canciones sobre canciones

Tuve bastante trato durante un tiempo con un jefe de obra de nombre Javier Perona (un saludo, Javier) del cual hace mucho que no sé nada. Era un tío bastante majo, con quien se trabajaba muy bien y con quien conseguimos siempre sacar las obras adelante sin contratiempos y sin mayores problemas. Lo malo de Javier era que su nombre me recordaba al “My sharona” de The Knack, y cada vez que hablaba con él o nos veíamos en obra tenía que hacer esfuerzos de concentración pues no podía dejar de cantar y de tocar baterías imaginarias. Es difícil trabajar así, aunque por ahora ninguna de las obras que hicimos juntos se ha caído. Por ahora.

Algo similar aunque con distinto recorrido me ocurrió con una empresa de nombre Edicóver (que os den). Fue una obra conflictiva y no acabamos demasiado bien. No hemos vuelto a trabajar con ellos, desde luego. Y no tiene nada que ver el hecho de que cada vez que leyese o escuchase el nombre de la empresa de marras empezase a hacer morritos y posturitas a lo Mick Jagger cantando “Undercover of the night”.

Esclarecidos fue un grupo español de los ochenta y los noventa bastante pedante y pretencioso que a mi me encantaba y me encanta, especialmente sus tres últimos discos (“Rojo”, “Dragón negro” y “La fuerza de los débiles”). Su canción más emblemática (y seguramente, y en mi opinión, la peor) es “Arponera”. Desde que escuché esta canción cada vez que oigo una palabra llana de cuatro sílabas la acoplo a la misma. Y teniendo en cuenta que paso por encima del puente del Jamonero cuatro veces al día, pues allí estoy, parado en el semáforo –jamonero. Yo quiero ser jamonero.

Todas las mañanas, y casi siempre cuando estoy en la ducha, escucho en la radio el anuncio de una empresa que se llama “BSB: bañera sobre bañera”. Y entonces sigo yo –y sobre bañera una. Asómate a la ventana. Verás al niño en la cuna. Todos los días los comienzo cantando villancicos. Para mí todos los días son Navidad.