Mi primera novieta tenía el precioso nombre de M. Yo tenía diecisiete años. Ella tenía quince. Era verano cuando empezamos a salir. Fue en el secarral. Todo era bonito. Yo estaba muy enamorado. No todo era bonito. Ella no estaba enamorada. Que si soy joven. Que si mis padres dicen que mejor esperemos. Al final del verano me dio la patada. Al final del verano cortamos (los términos salir y cortar son apropiados para la adolescencia. Me ha sorprendido ver, con el tiempo, a treintañeros y a cuarentones utilizarlos. La madurez y el hombre: dos términos contrapuestos. Y cierro paréntesis).
Yo me quedé muy tocado entonces. Llegó el otoño. Ella se marchó a donde estaba estudiando. Yo volví a la terreta. De la mano de mi querido amigo Chaumel, que me atiborró de discos de Serrat, Aute, Silvio Rodríguez y Mocedades, comenzó mi farragoso deambular por los duros caminos de la autoconmiseración y del se da pena. Meses duros fueron aquellos. Mira que canté en aquellos meses mirando a la luna con los ojos arrasados en lágrimas. Qué estampa, Dios mío. Qué estampa.
No me dejó ella de mala manera sino que dijo aquello de que siempre podríamos ser amigos, que yo era su mejor amigo y todas esas cosas. Yo entonces me lo creí. Entonces creía en esas cosas. Sólo tenía diecisiete años. Y estuvimos escribiéndonos cartas durante muchos meses. Las mías eran intensas, emotivas y no del todo exentas de un gramo de dignidad. Las suyas eran más cortas y apenan describían su vida diaria. No voy a negar que me bastaba ver su sobre en el buzón para sentirme feliz. Y una vez leída sus cartas, pues la verdad es que me quedaba con el sobre. Era lo mejor. Algunas veces, cuando me notaba un tanto despegado sí solía decirme algo cariñoso, pero en cuanto comprobaba que estaba de nuevo tontorrón, pues volvíamos al principio.
En su tercera o cuarta carta apareció un personaje nuevo. Se llamaba R. y era un chaval de un pueblo vecino. R. estaba atrapado en el sórdido y turbio mundo de los porros (sic) y ella me mostraba su preocupación. Carta a carta me fue hablando de sus progresos. Salvarlo de los porros era su gran cruzada, el leitmotiv de su vida. Por supuesto que siempre desde la amistad, ella le apoyaba, le animaba, le ayudaba. Qué gran chica M. Y qué colosal su lucha.
Pasó el otoño. Pasó el invierno. Pasó la primavera. Llegó el verano (¿dónde están aquellos veranos de tres meses?). Estaba en el secarral. Había estado jugando al fútbol. Ya habíamos terminado y nos quedamos unos cuantos charlando. Entonces L., un viejo amigo, supongo que con toda la mala leche del mundo, me dijo una de aquellas frases que jamás se olvidan:
-Joder con tu amiga M. Menudos lotes se pega con R. en el reservado de la discoteca.
No sé qué me dolió más, si lo de los lotes o lo del reservado de la discoteca. Yo me levanté y me fui. Iba alelado, sonámbulo, ido. Y quiso la casualidad que en mi camino a casa me encontrase con ella. Me paré y empezó a hablar. No sé qué me contaba. Yo no la escuchaba. Tampoco se molestó en mirarme mucho a la cara. Hubiese comprendido. El caso es que cuando se calló, la miré y le dije:
-No sé por qué, M., pero tengo la sensación de que nunca has hecho otra cosa que reírte de mí.
-¿Cómo puedes decir eso de mí? ¿Cómo puedes ser tan injusto? Con lo que yo te quiero. Con lo que tú significas para mí. ¿Cómo puedes pensar eso de mí? No me lo puedo creer. Me has decepcionado. Me has fallado. Me has fallado.
-Vete a la mierda.
Siempre nos quedará el despecho. Qué menos.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
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15 comentarios:
JJAJAJAJ. Muy buen post, he disfrutado mucho.
El despecho muchas veces es todo lo contrario a la mierda!
Saludos
No sabía si comentarte más, ya que mi primera y única intervención fue un poco controvertida, pro es que este post me ha llegado al alma,creo que todos los tíos hemos pasado por eso, cuando aprenderemos que cuando dicen que somos amigos....¡ES VERDAD!quieren que seamos amigos, y ahí es cuando,heridos, decimos ¡A TOMAR POR C...! pero como somos gilipollas,seguimos a ver si algun día dejamos de ser amigos, cosa que nunca suele pasar.Que pena
Visto lo visto, y para estos casos... ¡viva el despecho! Lo a gusto que se queda uno, oye... Aunque reconozco que ni ese gusto he podido tener en algunas ocasiones.
Claro que es mucho mejor lo de "salir" que lo de "cortar" (sí, a mí también me suenan esos términos a hace muchos, muchos años...).
Del secarral a la terreta y de la terreta al secarral no hay estampa como la tuya y tus ojos arrasados en lágrimas. Que quiten mi toro de las carreteras y pongan tu triste silueta de caballero gimoteante cantando infectas canciones de autoconmiseración y negra pena.
Qué putisma. Dí que sí.
Zapatillas de pana, me alegro que hayas vuelto a comentar. Y espero que vuelvas a hacerlo.
A mí, lo de podemos ser amigos siempre me sonó a que me importas un carajo, pero como mi vanidad se siente halagada teniéndote babeando aquí a mi lado te voy a dar un caramelito de vez en cuando para que no dejes de dar palmas.
Podríamos alternar el toro de Osborne con la imagen patética del caballero gimoteante con la imagen gloriosa del cabllero gimoteante festejando uno de los muchos goles que marcó en su vida.
Y ya que nadie me lo pregunta diré que no sé si el método de los lotes en el reservado de la discoteca fue efectivo para que el mocetón dejase los porros, pero sí que fue efectivo para otras cosas. Se casaron cuatro o cinco años después y hasta hoy.
Estoy profundamente en contra de seguir con cualquier clase de relación de "amistad" posterior a un noviazgo, ese período de tiempo también conocido como "la prorroga".
Después de haber intercambiado palabras que harían avergonzar a Corín Tellado ¿cómo vas dirigirte a esa persona como si estuvieras hablando con tu contable?.
Lo de ¡Vete a la mierda! es digno del final de una película, como el I dont give a damn del gran Clark Gable
''atrapado en el sórdido y turbio mundo de los porros'', si esto es literal... arrea, tú te escribías con Corín Tellado.
Un post magnífico, tengo la misma edad que 'tú' (imagino) en la historia, y, qué curioso, me encuentro en una encrucijada similar.
Mierda, casualidad lo de repetir 'Corín Tellado'.
¿Caballero "gimoteante" un adolescente en plena efervescencia hormonal?
Me quedo con el toro.
Bienvenido, Álex. Y aunque estés en una encrucijada similar poco puedo decirte. En el mundo de las pasiones todos nos sabemos la teoría y siempre sabemos lo que tenemos que hacer, pero nunca lo hacemos.
Con Corín Tellado pasa como con Dante y lo dantesco. Todo el mundo la cita pero, ¿alguien la ha leído?
Ya casi me quedo con el Toro también. No me gustaría que estuviese jugando la selección y ver mi efigie lastímera con fondo rojigualda.
yo si he leido a corin tellado! cuando iba a ver a mi abuela me pasaba alli la tarde, leyendo eso y los reportajes del Pronto: "que habria sido de mi vida si..."
asi he salido yo, que aun creo en el amor convertido en bonita amistad no como vosotros, panda de osos pardos (y lo digo porque soy vuestra amiga)
Yo me eduqué sentimentalmente con Luca de Tena y su "Edad prohibida". Lo que sufría el pobre Anastasio por la preciosa Celia me marcó.
¿Osos pardo? Las lobas despiertan nuestros instintos más primarios.
Los tios más canallas se llevan a las que están más buenas o mejor aun a las que tienen las tetas más gordas. Esto último supongo que lo firmaría "tu santa".
Los buenos chicos vamos con retraso y tardamos más en darnos un buen lingotazo.
Ley de vida.
Cuando somos nosotros los que dejamos es más fácil eso de "si quieres podemos seguir siendo amigos",pero cuando nos dejan lo más bonito que nos sale es decirle,"así te pilles un herpes genital y se te complique con una gonorrea, pedazo de gilipollas..."o algo así.
Slim, que buenas historias las de "que habría sido de mi vida si..."cuando voy a casa de mi tía aún las busco.Los tíos canallas casi siempre acaban con pasivasagresivas,ese es su castigo. Y tu y yo ya hablaremos de lobas.....
Hay cosas que nunca se olvidan: el primer desengaño, el primer polvo, la última multa...
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