Empiezo a pensar que voy a tener una vejez muy mala y que voy a resultar insoportable para todos los que me rodean. Me noto cada vez más quisquilloso, más cascarrabias, y las cosas que me enojan no son las que podríamos considerar importantes, sino que son naderías las que me hacen gruñir.
Un ejemplo. Una de mis múltiples penitencias laborales es la de portar un teléfono móvil que tiene la puñetera costumbre de estar siempre sonando. Por si acaso, además, me manda mensajes cuando he recibido una llamada mientras estaba comunicando. Por ahora, todo normal. Lo malo es el contenido del mensaje: -Llamadas perdidas mientras hablabas:…Y aquí es donde pierdo los papeles.
Vamos a ver, señores de la compañía esta de marras que todo lo pinta de rojo. ¿En qué mesa hemos comido ustedes y yo juntos? ¿Cuántas veces hemos alternado, conversado o departido? ¿Con qué derecho me tutean ustedes? ¿Soy acaso yo su tronco colega? No, ¿verdad? ¿Entonces? ¿Por qué me tutean? ¿En base a qué? ¿Forma parte de una estrategia? ¿Cuántos seminarios han organizado hasta llegar a la conclusión de que hay que tutear? ¿Cuántas reuniones? Me temo que, ustedes, mucho título, mucho master, mucha formación, mucho brainstorming, mucho nicho de mercado, mucho director de desarrollo corporativo, mucho coffee break, mucha reunión, mucha join venture, mucha presentación, mucho timing, mucho casual friday pero, al final, la educación la han aprendido en un establo y el pelo de la dehesa les aflora y les denota.
Segundo, ¿cómo que mientras hablaba? ¿No podía estar únicamente escuchando? ¿No podía estar cantando? ¿No podría tener el teléfono descolgado por error o premeditadamente, con aviesas intenciones? ¿No podría estar gimiendo o susurrando o inhalando y exhalando como un perturbado? ¿Cómo que mientras hablaba? ¿No será que me estaban ustedes escuchando? Porque si es así, entonces ya me lío la manta a la cabeza y les enciendo una hoguera en los pies. No es que mis conversaciones vayan a cambiar la faz de la tierra, pero, vamos, un poco de respeto. Y un pelín de educación.
Y son sólo cuarenta y dos.
domingo, 3 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
9 comentarios:
A mí una de las cosas absurdas que más ansias homicidas me insipieran es cuando estás en un metro atestado, te acercas a una parada y la persona que tienes detrás te pregunta: "¿Vas a salir?" GRRRROARRRR!! En primer lugar, ¿por qué me tutean? (he llegado a una edad, en absoluta provecta, en la que me gusta que me llamen de usted y me traten de señora) Y sobre todo, qué coño, ya me apartaré para dejarle salir, y la inmensa de la mayoría de las veces que me lo preguntan mi respuesta es "sí, voy a salir, gilipollas ansioso" Bueno, el gilipollas ansioso no lo digo, pero será por ganas...
Aqui en Canarias hay una mezcla rara. Por un lado se trata de usted como norma general pero también hay costumbre de terminar las frases con un "mi niño" aunque tú tengas 59 años.
Mi ideal es Costa Rica donde se trata de usted hasta a los niños de pecho.
Todos tenemos manías similares y quien lo niegue se autoengaña...
Pero para ésta soy lo contrario. Me encanta el tuteo, no me gusta que me hablen de usted ni que me lo exijan (aunque confieso que me pliego a las exigencias sociales si no estoy seguro de que mi interlocutor lo tolera). Qué le vamos a hacer, para gustos los colores...
Vamos, Juan, que te encantaría llegar a una rotonda y que pusiese: atención, tú no tienes la preferencia. O encontrarte con la señal de cede el paso. El trato con desconocidos es de usted, y el tuteo se otorga o se conquista. O esa es mi opinión, mi niño.
Me alegra verte por aquí, Ra. Y gilipollas ansioso tal vez no, pero cretino siempre me ha sonado muy bien.
Uff!! Menos mal que puedo decir que hemos comido en la misma mensa, si no después de leer esta entrada tendría mala conciencia por haberte faltado el respeto.
Bromas a parte, me dirigo de usted hacia personas de cierta edad (aunque siempre tengo dudas de dónde poner el límite). Quizás por la educación recibida, pero no hacía todos los demás, lo cual no quiere decir que no lo haga con el respeto que cada persona merece, pues siempre he pensado que es una cuestión formal, no por mucho usar el usted se tiene mayor consideración al interlocutor.
En lo que se refiere al trato de los demás conmigo, tengo sentimientos diferentes: Si alguien más joven me llama "señora" o "de usted" me deprimo, pero a la vez, si alguien mayor me trata como a una cría (no sería la primera vez) me ofende, pero insisto, no es el lenguaje usado, es la intención. Es como el uso del "niña" o "nena". Si es cariñoso, todavía puede parecerme tierno, pero si es desde la chulería... este... pues... quien me llame así puede encontrarse con mi dulce piececito clavado en toda su boca.
Y yo soy de las cretinas ansiosas gilipollas, pero eso sí, siempre lo pregunto con suma educación. Si es que hay gente que se coloca frente a la puerta tres paradas antes de la suya, normal que se pregunte, no?
Yo voto a que todos hablemos en vasco, donde se dejó de usar el usted en la edad media.
Aunque está bien para marcar distancias, supongo.
Como diría Nieves Herrero, mejor de tú a tú, oiga usted ;)
Abrazo!
Con permiso, se está volviendo usted un viejo cascarrabias, es cierto. Y no son vacaciones, ya quisiera.
Volvemos, mi querida Pi, como siempre al qué y al cómo. Hay tuteos que molestan. Hay tratos de usted que ofenden.
En realidad me gustaría ser tratado de ilustrísima, de usía, de vuecencia.
Muy gruñón, Paco. Y si no estás de vacaciones, al menos deber de estar descansado. O eso espero.
Bienvenido, Astrakus. Confiamos en que su visita no sea sólo flor de un día como tantas otras que nos rompieron el corazón.
Prueba.
Publicar un comentario