viernes, 24 de octubre de 2025

El coleccionista

Estoy haciendo también una colección de expresiones. Pero no de expresiones cualesquiera. Las que busco son aquellas, algunas ya condenadas a muerte, que contienen en sí palabras en desuso y que, si no fuera por ellas, se habrían perdido totalmente. Pondré varios ejemplos, porque no sé si me he hecho entender.

Partirse (romperse) la crisma. Ésta me gusta por el humor que presupone. Cuando alguien te lo dice, te está avisando, uno, de que tengas cuidado y, dos, de que como te pase algo se va a partir de risa. Ni se va a asustar ni se va a alarmar, más que nada porque se usa ante un riesgo no demasiado elevado. La crisma es un aceite que se utiliza en algunos sacramentos, es decir, el aceite con el que se hace la cruz en la frente al neófito en el bautismo, al confirmando o al nuevo sacerdote. ¿Cuántas veces han dicho la palabra crisma en lenguaje coloquial? ¿Cuántas veces en su vida la han escuchado fuera de esta expresión? Romperse la crisma, tan de mi madre, creo que se irá con nuestra generación, con la satisfacción de haber regalado vigencia a una palabra perdida.

A cal y canto. Con dudas, pero la añadí. Nos parece demasiado familiar como para creer que se trata de una expresión condenada a perderse con palabras en desuso. Trataré de justificarme. La cal es un producto químico que se ha utilizado principalmente, sobre todo en los pueblos, para encalar, para pintar las fachadas de blanco (tiene otro uso, más siniestro, pero de éste no puedo dar demasiados datos. Sólo decir que con cal viva me pasa lo mismo que con arenas movedizas, qué bien suena y qué miedo da). Pero las paredes ya no se encalan. Se pintan con pintura. La cal, su uso, desaparece. Sólo está en el lenguaje (una de cal y otra de arena). ¿Y canto? Creo que utilizar canto como símil de piedra, de roca, está aquí y en canto rodado. En los pueblos aún se sigue usando (en los que conozco). Pero se pierde. De aquí a nada se dirá a cal y canto como símbolo de inexpugnable, de cerrazón, y no sabrán porqué. Y de aquí a nada por dos, ni se dirá.

Baja estofa. Esta expresión ya sólo aparece en los libros. Si se escucha por la calle es de algún personaje que se ha escapado de una obra de los hermanos Álvarez Quintero o de Jacinto Benavente. Como la mayoría de los libros que leo son de autores muertos, me la encuentro de vez en cuando. Baja estofa es una expresión cruel. No sólo señala una clase social inferior. También lo hace con desprecio, con la intención de humillar. La estofa es una tela. Un tejido. Me dan ganas de ir a un sastre y pedirle el catálogo de estofas con las que trabaja. A ver qué me responde.

Mondo y lirondo. Mondo significa limpio y libre de añadiduras y cosas superfluas. Lirondo, exactamente lo mismo. Mondo y lirondo es una redundancia, que rima y suena bien. Y juntos significan lo mismo que por separado. ¿Se usa? Sí, pero te identifica. Si lo dices no necesitan el Carbono 14 para ubicarte. Mondo, mondar, aún perviven. Están dando sus últimas bocanadas, pero resisten. Pero, lirondo, ¿la han escuchado ustedes mucho? ¿Más o menos como crisma o exactamente las mismas?

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