lunes, 1 de abril de 2024

Humo

En una entrevista que leí hace poco que le hacían a Eliud Kipchoge (para los que corremos, un semidiós), destacaban el siguiente titular: “Si la mente lo cree, las piernas obedecerán”.

En el primer año en que compitió mi hijo tuvimos que ir a Mislata. Allí, a la entrada de la piscina, en un tablero, habían colgado un decálogo del nadador. El punto uno decía –No vas a ser olímpico. Lo argumentaba con datos: la cantidad de nadadores que va a unos Juegos (cada cuatro años) en relación al número de licencias que hay en todo el mundo estaba por debajo del 0‘1%.

Aquel primer punto me acompaña regularmente. Porque estoy ya un tanto cansado de tanta positividad. Estoy aburrido de todos estos predicadores que ahora proliferan (ahora hasta actúan en teatros) que no dicen más que obviedades de manera muy efectista y que hablan de la actitud y de cosas así. Estoy harto de formaciones que nos dan charlatanes de feria que parecen fabricados en serie porque todos hablan igual, gesticulan igual, visten igual y dicen lo mismo. Estoy cansado de las grandes palabras vacías tan bien presentadas. Estoy hasta las narices del humo. Porque no. Porque la mente podrá creer, pero pregúntale a tus piernas antes, que se han ganado no sólo el derecho a opinar sino también de decidir. Y no. No vamos a ser olímpicos (bueno, Eliud. Tú, sí). No vamos a serlo. Y es entonces cuando vuelvo a creer que el escepticismo es posible. Que la inteligencia es posible. Y que la realidad, aunque pueda parecer lo contrario escuchando a estos memos (Eliud, tú, no), también es posible.

2 comentarios:

GARRATY dijo...

En pié aplaudiendo cada palabra

El Impenitente dijo...

Pues muchas gracias, Jose. La verdad es que la escribí, la colgué, luego la releí y pensé -igual me he pasado. Demasiada rabia, quizá. Y tenía intención de reescribirla en cuanto pudiera sentarme a hacerlo. Y ahora me acabo de sentar, la he vuelto a releer y, ya que estás de pie, pues igual la dejo como está.