sábado, 27 de enero de 2024

Tú vales, chaval: supersticiones

Mi hijo, la temporada pasada y ésta, suele entrenar en Benimamet. Allí lo hace un grupo universitario de nadadores, al cual pertenece. Cuando salgo de trabajar, paso por allí, lo recojo y vamos para casa. Las rutas posibles de vuelta son muchas: pista de Ademuz, Ronda Norte, V-30. Y ya dentro de Valencia, río, tránsitos, grandes vías. Al principio variábamos el itinerario. Luego ya cogimos la rutina de Ronda Norte, Clariano, Cardenal Benlloch, Eduardo Boscá, Alameda y se convirtió en fija.

En la primavera del año pasado comenzaron las obras del carril bici en Cardenal Benlloch y Eduardo Boscá. Y aquello se convirtió en una trampa. Sólo un carril. Los que entran y salen de los garajes. De las bocacalles. Los semáforos. Entrar, entrabas. Salir, pues yo que sé. Alguna vez.

-Me parece que vamos a cambiar de itinerario. Esto es insoportable.
-No.
-¿Por qué?
-Porque desde que venimos por aquí no he suspendido ningún examen.

Y es verdad. Recuperó el único parcial que le quedó en el primer cuatrimestre del año pasado. Se sacó por parciales el segundo del curso pasado y, éste, ya se quitado el primer cuatrimestre y limpio (el que piense que escribo esta entrada para presumir de hijo, está en lo cierto). Es supersticioso, sí. Pero practica el ora et labora de manera estajanovista. Y estoy convencido de que tus resultados vienen por tu capacidad y por tu esfuerzo. Lo consigues porque eres alguien admirable. Extraordinario. Pero... no quiero sobre mi conciencia cualquier revés. Así que, por mucho que proteste, no cambiaremos el camino. Y no sólo por el placer de sentirme un pequeño dios (ayúdate y te ayudaré). Cumpliré mi parte. Y tú sigue cumpliendo la tuya. Es un tramo infernal. Pero tiene su porqué.

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