Lo dijo así.
“Interacciones negativas”.
Y no lo dijo una vez sólo. No se le escapó.
Lo dijo, mínimo, cinco o seis veces.
“Interacciones negativas”.
Vamos, que ya los tiburones no atacan, los perros no muerden, los gatos no arañan, los toros no cornean, los mosquitos no pican, las sanguijuelas no chupan la sangre, los caballos no cocean ni los búfalos embisten.
Ahora interaccionan negativamente.
Hay que joderse.
Pensaba que no se podía ser tan imbécil como aquellos que, por ejemplo, dicen frases del estilo “le produjo lesiones incompatibles con la vida” (por no decir –lo mató) o los que dicen “tolerancia cero” (por no decir -intolerancia (huy, qué palabra tan fea)).
Pero sí que se puede.
Siempre se puede.
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