lunes, 10 de octubre de 2022

No dance usted

No bailamos. No dejo de darle vueltas. Javier y yo. Nuestras cervezas. Sentados en una mesa en un rincón. Fuera no había sitio, donde estaba la música más baja y la gente charlando. Dentro la música estaba más alta. Allí bailaban un montón de chavales con pinta de Erasmus. Nos metimos en un rincón. No queríamos molestar. Sólo sentarnos, tomarnos una cerveza y hablar un rato. No contábamos con aquellos dos tíos pinchando música disco setentera. No conocíamos ninguna canción (Carrie Lucas. The Ritchie Family. Información cortesía de Shazam). Daba igual. Aquellos tíos nos estaban provocando. Y se nos iban los pies. Se nos iban en cada canción. Y aquellos chavales bailando. Y la vergüenza de convertir aquella pista en una geropista con nuestra (mi) presencia. El complejo. Los complejos. El pensar que mi hijo podría haber estado allí. Y Javier diciendo –vamos a bailar. –No. –Vamos. –No. Y aquellos dos cabrones disparándonos sin piedad. Y Javier y yo, que sentimos la música de manera muy similar, amarrados a la silla, sonriendo, celebrando cada disparo encajado con alegría, eufóricos…pero sin bailar. Nos levantamos. Estuvimos tentados de acercarnos a esos dos hijos de puta y abrazarlos por habernos hecho tan felices. No lo hicimos. Nos fuimos. Sonrientes. Frustrados. La noche tan buena que pasamos. Y no bailamos. No bailamos.

No hay comentarios: