lunes, 19 de julio de 2021

Tú vales, chaval. Elche

Al principio los llevas y los traes y te despides de ellos y los recibes con un beso en la puerta. Luego el beso ya te piden que se lo des una manzana antes, no vaya a ser que los vean. Un buen día ya no hay beso. Pronto ya sólo los acompañas un tramo. Ese tramo es cada día más corto y depende del horario. Al final, no depende de nada. Van y vienen solos. No te necesitan. Es más, les molestas. ¿Qué día tus hijos se hacen mayores? Nunca.

Junior de primer año. Ésta es la categoría en la que ha nadado mi hijo esta temporada. Ha vuelto a ser una temporada extraña. La anterior terminó en marzo. Ésta empezó, tuvo un parón de un mes, y la han podido terminar. No ha habido mínimas para los campeonatos de España. Van los quince mejores de cada prueba.

Una de las restricciones de esta temporada ha sido que no podía haber público durante las competiciones en las piscinas. Es decir, que no había padres en la grada. ¿Han protestado los nadadores por esta medida? Ninguno. De ninguna categoría. ¿Somos los padres cronómetro en mano y grandes expertos en natación porque hemos visto dos vídeos en Youtube nocivos para nuestros hijos? No lo sé. Desde luego, nadie nos ha echado de menos.

Mi papel como padre de nadador cada vez es menor. Va y viene solo a los entrenamientos. Al entrenar con los mayores, como algunos tienen coche, para ir a las competiciones se organizan. Y si no hay coche, nos organizan a los padres. El sábado que viene a las cinco tienes que venir a recogernos a Castellón. –Como desees. Algunas veces me consulta las pruebas a elegir. Rara vez me escucha. Hace bien. El que nada es él. El que sabe cómo está y cómo está entrenando es él. Si quiere charlar, sabe que estoy. Si se quiere desahogar, sabe que estoy. Si quiere opinión, sabe que estoy. Y si no quiere nada levanto la mano para que sepa que estoy. El ostracismo para la madre de la Pantoja es toda una prueba y de las duras.

La temporada empezó bien. No notó demasiado el parón y, cada vez que se tiraba al agua, iba rascando décimas a sus marcas (sí, tengo una hoja Excel donde anoto sus tiempos). En diciembre tuvo el premio de ir a la Copa de España. Llegó la Navidad y, a la vuelta, enseguida, otra vez todas las instalaciones cerradas. Vuelta a empezar. Se suspendió el autonómico de invierno. Arrancaron con la primavera. Llegaron las competiciones. Alzira. Gandía. Castellón. La misma inercia. Trofeo del club. Ahí no estuvo fino (aunque hubo un doscientos libre muy decente, un cien libre notable y una última posta del cuatro por cien que pocos como él son capaces de hacer). Copa Autonómica por clubes. Lo tiran en el cuatrocientos libre (fabuloso) y en el cuatrocientos estilos (colosal, soberbio, portentoso). Quedan segundos autonómicos. Y tras la Copa Autonómica, el momento estelar: el Autonómico.

El Autonómico para mi hijo es sus Juegos Olímpicos. Cada deportista tiene su nivel, sus objetivos y dónde puede ser competitivo. Cada uno lucha siempre contra sí mismo, por mejorar, por crecer. Pero en el deporte hay rivales y tener un sitio donde eres alguien, donde te conocen y donde te respetan te motiva. Y ese sitio es el Autonómico.

Este año era en Elche. Se fueron en autobús. La madre de la Pantoja anotó en la chuleta horarios y las calles por las que nadaba en cada prueba. Arrancó el ordenador y se preparó para pasar un fin de semana detrás de la pantalla siguiendo las cuatro sesiones de la competición. La dura vida de nuestros quedados especiales.

Durante toda la temporada se han retransmitido las competiciones. En la mayoría de ellas estaba detrás un club de Alzira que, con toda la voluntad del mundo, ha hecho que podamos verlas. La calidad sería mejor o peor, pero cumplían sus objetivos. Allí estábamos todos pegados a las pantallas (No siempre. En el trofeo del club me preguntaron si quería ser voluntario. Por una parte estaba el pasarme un fin de semana a treinta y tantos grados junto a una piscina sin poder bañarme moviendo sillas, montando carpas, diciendo a seiscientos chavales que si la mascarilla y que si la distancia y poder ver nadar en directo a mi hijo después de más de un año. Por la otra, verlo en casa por el ordenador. Aún me dura el moreno). En la página de la federación yo buscaba el enlace pero no encontraba nada. En el grupo de padres pronto saltó la noticia: no lo iban a retransmitir. ¿Por qué? No lo sé.

Apagué el ordenador y me resigné a, o bien a esperar el mensaje de mi hijo tras cada prueba, o esperar a que salieran los resultados en la página de la federación. La de veces que habré actualizado la página cuando sabía que ya había competido. Y confieso que la sensación era muy parecida a cuando iba a ver si habían salido las listas con las notas (mira que ha pasado tiempo pero hay cosas que jamás se olvidan).

Las notas fueron buenas. Muy buenas. Excelentes. Tenía diez mínimas pero sólo puedes nadar cuatro pruebas individuales y él eligió el doscientos estilos, el cien libre, el doscientos braza y el cuatrocientos estilos. Y en todas ellas mejoró marca y de largo. En el doscientos estilos fue quinto quedándose a nada de la mínima nacional (de haberla habido). En los cien libre, decimocuarto pero quedándose también muy cerca de la mínima (si vuelve a haberla). En doscientos braza volvió a ser quinto, aunque aquí no estaba tan exultante. Lo mismo le pasó en el cuatrocientos estilos. Fue sexto. Hizo su mejor marca por cuatro segundos. Pero sabe que vale menos y que tenía la mínima nacional (volverá) dentro. Aún así, motivos para estar contento y satisfecho tenía más que de sobra. Y la madre de la Pantoja estaba como unas castañuelas y sonreía a todo el mundo y se lo contaba a todo aquel que tuviese la mala suerte de pasar por delante.

Falta una última prueba. Sólo quedan en su club dos nadadores junior masculinos con mínimas. Imposible presentar relevo. El Autonómico era junior y absoluto. El equipo de relevos absoluto es muy potente. Uno de los nadadores, tras la Copa, decidió que su temporada había terminado. Había una plaza vacante en el cuatro por doscientos. Por tiempos le correspondía a mi hijo. Confieso que no quería que lo metieran. Hay mucha diferencia. Demasiada presión que se podía volver en contra. Había otras opciones con nadadores más veteranos y que no iban a estar tan presionados. Se decantaron por él. (Luego me contó que el mejor de los nadadores del club le dijo –sal a divertirte. Ya nos encargamos nosotros del resto). Cuando salió la nota, cuando salió el resultado, y vi que habíais sido terceros, cuando vi tu tiempo, bajando cuatro segundos tu marca, estando cerca de los otros, no grité. Sólo me puse a llorar. El Autonómico te debía un podio. No sé cuántos cuartos, quintos o sextos llevas en todos estos años. Y ya te tocaba. Te le merecías. Y, además, te lo habías ganado. Vale que te habías subido a un bólido en marcha, pero apenas perdió velocidad ese bólido (no tuvieron que encargarse del resto). Y ver lo que eres y de lo que eres capaz, por muchas veces que lo haya visto, jamás dejará de enorgullecerme y de emocionarme.

Los hijos crecen. Van ganando en seguridad, en confianza. Son cada vez más independientes. Poco a poco van teniendo su vida. Toman sus decisiones. Se hacen responsables de sus decisiones. ¿Cuándo dejaremos de estar pendientes, de vigilarlos, de observarlos, de sufrir, de enorgullecernos, de emocionarnos con ellos?

Nunca.

Hijo mío, eres extraordinario.


3 comentarios:

Sanfélix dijo...

Nunca. Como grita enfadado Gru, mi villano favorito, sobre su hija Margo: "¡Margo tiene 12 años! ¡Aparenta tener doce años! y ¡SIEMPRE tendrá doce años!".
Enhorabuena al campeón y a la madre de la Pantoja.

El Impenitente dijo...

Gru es un referente a tener siempre en cuenta. Si él lo ha dicho, nada que discutir.

Muchas gracias, amicísimo.

Sanfélix dijo...

Dejémoslo bien claro. Gru nos gusta. Mucho.