Hace tiempo me dieron el consejo de que, si no sabía sobre qué escribir, escribiese sobre música. Dado que, últimamente, casi siempre escribo de música alguno podrá pensar que no tengo nada que contar y, bueno, podría decirse que no le falta razón si no fuera porque, de vez en cuando, también hablo de correr. Y poco más. El síndrome del folio en blanco es mi compañero fiel.
Sirva este preámbulo para anunciar que voy a escribir otra entrada en la misma línea. Ya que estamos en decadencia asumámoslo. Para qué vamos a disimular. Es lo que hay.
Bueno, he ido esta tarde a donar sangre. Tal y como rellenaba el cuestionario previo escuchaba a quien me iba a tomar los datos tararear “Tormenta de arena” de Radio Futura. Al entrar, ni buenas tardes. –Ese disco es muy bueno. –Buenísimo. –Un disco redondo. –Perfecto. –Impecable. –Mi canción favorita es “La ley”. Bang, bang, hey, hey. La ley. –Yo me quedo con la “Historia de play-back” -(al unísono) No digas una palabra más. No me fío de ti ya oí eso en algún lugar. Y ya hemos seguido hablando de “De un país en llamas” y de “La canción de Juan Perro”. Y del disco en directo en la sala Arena, donde estuvimos los dos. Y de la sala Arena, que lleva un tiempo cerrada y donde van a montar un Consum. Y hemos lamentado la desaparición de las salas, teatros y cines de nuestra juventud y hemos celebrado la posibilidad de tener tantos Consum y tantos Mercadona a nuestro alcance. En mi caso (no sé en el suyo) mi lamento es un tanto retórico puesto que, de existir esos locales, dudo mucho que volviese a ellos pero, claro, no es lo mismo no ir a un sitio porque no puedes que porque no quieres. Luego ya me ha tomado los datos y he pasado a la sala del médico.
Bien, el médico me ha hecho las preguntas habituales y entre ellas estaba la de si alguna vez no me habían permitido donar. He hecho mención entonces a mi bradicardia. -¿Haces deporte? –Sí. -¿Cuál? -Corro. No se ha quedado ahí y, tras ensalzar las bondades de correr, ha seguido preguntando. Al enterarse de que era maratoniano ha enarcado las cejas de manera admirativa y ha preguntado:
-¿Y has conseguido bajar alguna vez de las cuatro horas?
No sería de extrañar que haya una foto mía presidiendo el Centro de Transfusiones de la Comunidad Valenciana dados los rugidos fervorosos que ha dado el doctor al enterarse de mis marcas. He tenido que hacer gala de todos los resortes que mi falsa modestia me permite, le he apuntado un par de epítetos que se le habían olvidado a la hora de ensalzarme, le he dejado jugar con mi llavero y he partido hacia la sala de donación con el ego a punto de reventar.
He entrado, me he tumbado en la camilla y me han enchufado la bolsa. Tenían la radio puesta y ha comenzado a sonar “Shine on you crazy diamond” de Pink Floyd. Al instante ha entrado mi amigo de la entrada tarareándola.
–Ese disco es muy bueno. –Buenísimo. –Un disco redondo. –Perfecto. –Impecable. Y luego que si “The wall”, que si “Animals” o que si “The dark side of the moon”. Se ha tenido que ir y allí me he quedado tumbado pensando –se ve que todo lo anecdótico que me tenía que pasar donando sangre me va a pasar hoy. Verás como hoy también es el primer día que me desmayo o que me pasa una calamidad.
Y no. No me he caído. Sigo entero. Habrá más entradas sobre música y correr. Sospecho. Me temo.
martes, 25 de noviembre de 2014
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4 comentarios:
Pero, ¿y qué leches van a hacer con tu sangre?.
Pues espero que morcillas no.
y te han dado entradas para el futbol? para que partido? a ver si coincidimos :-)
Para el cine. Y es un vale descuento. Y regalan las palomitas.
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