martes, 16 de septiembre de 2014

Shazam

La rabia que da cuando alguien te para por la calle, te pregunta por una dirección y no sabes responderle. Y el gozo que da saber la respuesta y explicárselo. Es un placer responder preguntas. Responderlas bien, claro. Y también da rabia, tanta o más, que no te den la oportunidad. Escuchas la pregunta y no es para ti. Y te la sabes. ¿Qué hago? ¿Peco de entrometido y respondo o me marcho reconcomiéndome? Antes siempre escogía la segunda opción. Ahora cada vez más elijo la primera. Me hago mayor. Y no sólo con las direcciones. Sirve todo. La radio está puesta en el trabajo. A todas horas. De vez en cuando suena una canción que tiene más de treinta años de un cantante ya muerto o de un grupo que se separó hace ni se sabe cuánto (mi especialidad) y veo que comentan –pues está bien esta canción. ¿De quién será?- y yo allí como en el colegio, con la mano levantada –yo, yo, yo, yo. Y de tanto preguntarme y responder ya tengo mote en la empresa: Shazam. Ea. Me recuerda a unos dibujos animados (muy antiguos, la verdad) de un genio que aparecía cuando dos niños juntaban sus anillos. -Juntad vuestros anillos y os responderé. -¿Cómo? -Nada. De los Dexys midnight runners. Y como después no me dicen nada pienso -punto bueno para Shazam. Y me quedo tan contento.

7 comentarios:

Arual dijo...

Pues a mí me toca usar Shazam, la aplicación jejeje!!!

GARRATY dijo...

Soy muy fan de la aplicación. Entre esa y Twitter consigo sobrevivir a los largos sábados de compras.
Respecto a tu apodo, deberías plantearse si es desde el cariño ...

SisterBoy dijo...

¡Curioso! Tom Wolfe decía exactamente lo mismo que comentas tú al principio de la entrada, dijo que no hay nada que le moleste más que no saber una dirección cuando le preguntan por la calle y en cambio cuando sí la sabe es capaz de estar departiendo horas con el sufrido turista.

El Impenitente dijo...

Hay mucho de ironía en mi apodo, Garraty. Pero cuando se tiene boca para dar se tiene que tener estómago para recibir. Y no hace falta que te cuente que, en cuanto me dan confianza, soy un pelín faltón.

Cuando no me sé una dirección, SisterBoy, rápidamente me la aprendo. Y la herida queda abierta hasta que alguien vuelve a preguntarme por la misma dirección y puedo resarcirme.

Y hablando de sufridas turistas, el otro día cuatro septuagenarias yanquis me preguntaron por El Corte Inglés pues en el hotel donde se alojaban no tenían transformadores para sus aparatos eléctricos (léase smartphones de ultimísima generación). No sólo se lo expliqué sino que las acompañé, las llevé a la planta correspondiente, hice de traductor con el dependiente y luego las devolví a su hotel. Me dijeron que había sido un ángel para ellas, aunque no dudo que, cuando me fui, resoplaron diciendo -vaya coñazo de tío.

J.P. dijo...

Yo pensaba que los hombres de tu edad veíais obras y jugabais a la petanca, ¿eres una nueva especie?

cucumber dijo...

Pues a mi mas pena me da la gente, a la que pregunto una calle o una empresa (lo hago a menudo por motivos laborales) y estan unos minutos pensando. Y yo diciendo " que da igual" "que no pasa nada" y entonces van y preguntan a otro vecino, o parroquiano del bar y tampoco lo sabe..yo me siento cada vez peor por ponerles en un aprieto.

El Impenitente dijo...

No soy de una nueva especia. Las obras, J.P., no las veo porque no hay. Y no sabes cuánto las añoro. Respecto a la petanca, me voy acercando peligrosamente. Sólo me falta el imán atado al cordel para no tener que agacharme, las bolas, la gorra y el trapo para limpiarlas y ya tendré el equipo completo. El resto lo tengo todo.

Cucumber, ¿preguntas por una dirección? Me resulta curioso. Yo tengo que estar realmente desesperado para preguntar. No puedo hacerlo.