Una semana entera he pasado estudiando una obra. Una semana, puente incluido, visitando el lugar, viendo todos los medios auxiliares y el tratamiento superficial con unos y con otros, revisando los planos una y otra vez y haciendo números. Muchos números. El esfuerzo merecía la pena. Era una obra importante que nos garantizaba cuatro meses de supervivencia. Llevamos ya mucho tiempo con la cabeza agachada viviendo al día, con un horizonte laboral muy corto, con la angustia como rutina. Y cuatro meses de oxígeno se presentaban como el paraíso, como un balneario. Cuatro meses de trabajo garantizado. De esa sensación ya sí que no me queda ni el recuerdo. El jueves tenía que estar sin falta el presupuesto. Y estuvo.
Tras leer nuestro presupuesto nos citaron para el viernes por la tarde. Era una buena señal. No significaba nada pues seguro que nos iban a estrujar con el precio y también teníamos que hablar de las condiciones de pago, pero al menos estábamos un paso más cerca para coger la obra. Mas nos habían citado en viernes. El viernes es el día más traidor de la semana, el más miserable. Nada puede salir bien un viernes. Nada. Desanimado recordé sin embargo que ese viernes se celebraba la festividad de San Carlos Borromeo. No es que tenga gran devoción por San Carlos (en realidad no la tengo por ningún santo) pero sí es San Carlos un santo por el cual siento, por distintas razones, una gran simpatía. Y a él me encomendé. –San Carlos, de ti dependemos. San Carlos, confío en ti para derrotar al viernes. San Carlos, haz ese esfuerzo por nosotros. Por favor. Por favor.
Ganó el viernes. No se puede luchar contra el viernes. El viernes no perdona. Toca seguir con la cabeza agachada. Toca seguir viviendo al día. Toca seguir con la rutina de la angustia.
8 comentarios:
Lo lamento. El viernes debería ser no laborable, y hacer semanas de cuatro días entre semana y tres de fines de semana. Pero noooo, encima pretenden augmentar la edad de jubilación... y subir horas a la jornada semanal... joder!! Para todo eso habrá de haber trabajo, digo yo!!
Sí que lo siento niño. Yo también creo que los viernes son muy jodidos.
En realidad lo previsto era una entrada épica en la cual la victoria de San Jorge sobre el dragón habría sido una caricatura comparado con la victoria de San Carlos sobre el viernes.
No descubro nada si digo que el tamaño de las desilusiones es directamente proporcional al tamaño de las ilusiones.
Pero no ha pasado nada que haya ocurrido ya muchas veces antes. Y todos los días sale el sol. Y hoy es lunes y mañana es martes.
No es la primera vez que publicas tu odio hacia los viernes.
Pero peor que tu odio hacia los viernes es saber que no has ganado la oferta. Con el pan de nuestros hijos no se juega.
Habrá más ofertas a las que licitar y más santos a los que rezar.
Suerte en la próxima.
Deberían estar prohibidos este tipo de reuniones en viernes. El que no está de resaca, está pensando en el fin de semana, y así no se pueden tomar decisiones.
Ánimo y a seguir.
Yo no odio a los viernes. Son los viernes los que me odian a mí.
Y esperemos que haya próxima. Obras como ésta se ven pocas últimamente.
Hermano, la rutina de la angustia es mejor que la certeza de la desgracia, creeme, lo veo cada día.
Ojala pronto te adjudiquen una obra de la dimensiones de la presa de las Tres Gargantas, una que sólo puedan terminar tus nietos. Hasta ese momento una cancioncita para ver si te reconcilias con los viernes
http://www.youtube.com/watch?v=mGgMZpGYiy8&ob=av2n
y otra por si quieres seguir odiándolos
http://www.youtube.com/watch?v=kfVsfOSbJY0&ob=av3e
Hombre, me conformo con una sola de las gargantas.
La canción de odiar los viernes tiene su aquel.
Y entre la rutina de la angustia y la certeza de la desgracia hay una distancia muy corta.
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