miércoles, 12 de marzo de 2025

Watson

Me gustan los libros de Sherlock Holmes. Las novelas. Los relatos. Los leo como quien va a ver a un mago o a un prestidigitador, y en cada una de sus deducciones, aplaudo asombrado. No trato de anticiparme, de averiguar, de buscar los errores, de encontrarle el truco. Soy un espectador entregado. Entusiasta.

El personaje de Sherlock Holmes está inspirado, por lo visto, en un profesor que tuvo Arthur Conan Doyle en la facultad. Joseph Bell se llamaba, y fue precursor del uso del método analítico en la medicina forense. Conan Doyle ya comenzó a escribir en sus años de estudiante, y retomó la escritura, según cuenta, cuando se estableció como oftalmólogo en Londres. Como ningún paciente entraba en su consulta, tenía tiempo. Y fue entonces cuando creó al personaje de Sherlock Holmes, que tuvo un éxito inmediato.

Conan Doyle no tenía ningún aprecio por el personaje, de quien decía que ”desgastaba su mente”, y no paró hasta que, en el relato “El problema final” lo mató. La muerte de Sherlock Holmes no fue bien aceptada por el público británico, que inundó de cartas suplicando, pidiendo, insultando y amenazando al autor, quien terminó resucitando al personaje en “El regreso de Sherlock Holmes” (no sé si habrá habido muchos casos en la historia de resurrecciones como ésta. Yo he de decir que, después de leer “El mundo perdido” creo que también me habría unido a los que rogaban insultaban amenazaban para que Conan Doyle se hubiera centrado en las historias de Holmes y se hubiese dejado de otros esfuerzos).

Las novelas y los relatos de Sherlock Holmes están contados por el doctor Watson, que ejerce de lo que se llama narrador testigo. Viven juntos para poder pagar entre los dos el alquiler del apartamento de Baker Street que Holmes ya tenía visto. Sherlock fascina desde el primer momento (“Estudio en escarlata”) a Watson, quien abandona su profesión (siendo doctor, dejamos al lector que adivine cuál) y se dedica a acompañar al detective y a contar sus andanzas.

En un episodio de “Big Bang Theory”, Sheldon y Amy Farrah Fowler terminan de ver “En busca del arca perdida”. Sheldon está entusiasmado porque Amy haya visto por primera vez la película. Amy, sin gran emoción, concede que le ha gustado. Y luego añade que el personaje de Indiana Jones es absolutamente prescindible, que no aporta nada a la trama, puesto que ésta habría sido la misma sin él. Sheldon protesta, trata de argumentar en contra…y no tiene argumentos. Y el resto del grupo, también fanáticos del personaje, por supuesto se indignan... y tampoco pueden replicar.

Pues lo mismo me pasa a mí con el doctor Watson. ¿Qué aporta él a la trama?

Nada. Está allí, lo ve y lo cuenta. Si el autor se hubiera inclinado porque estos libros estuvieran escritos en primera persona por Holmes, o en tercera persona utilizando un narrador omnisciente (me apetecía mucho escribir omnisciente), Watson sería absolutamente innecesario.

Alguno dirá que hacía falta para que Holmes pueda pagar el alquiler del apartamento de Baker Street, pero eso tiene fácil solución. Otros dirán que, al ser médico, puede resultar de ayuda en las investigaciones. Aquí replicaremos que Watson sí, estudió medicina. Luego se hizo médico militar, lo mandaron a Afganistán, a los cinco minutos ya estaba herido, cogió el tifus, lo repatriaron y, estando convaleciente, conoció a Sherlock. Es decir, que estudiar, sí que estudió, pero ejercer, ejerció poco. Habrá quien defienda que su inteligencia sirve de complemento a la de Holmes, pero es que Watson es muy cortito y no dice más que obviedades y naderías. Está ahí para dar oportunidad a que Sherlock se luzca en sus réplicas ridiculizándolo. Ya, pero ¿y su amistad? ¿Qué amistad? Las relaciones de amistad se establecen en planos de igualdad. Y un personaje tan arrogante, tan narcisista, tan soberbio como Sherlock Holmes reconoce pocos iguales. ¿Sherlock y Watson amigos? No. Lo único que se me ocurre, y aquí voy a jugar a ser psicólogo (barato) es que, en el fondo, Holmes no deja de ser un acomplejado y necesita a su lado a un ser menor, a un bufoncillo, que le jalee, le admire y sienta fascinación por él (pensaba hacer una referencia de mi entorno laboral, pero no la haré). Es por lo único que podría tener sentido el personaje de Watson. Pero estoy convencido que, de no haber existido, las novelas y relatos de Sherlock Holmes serían igual de buenos y nadie le habría extrañado.

Por tanto, tenemos a un personaje completamente intrascendente y carente de atractivo convertido en una celebridad mundial. Siempre se dijo que Ringo Starr era el ser más afortunado de la historia. Me temo que el doctor Watson puede disputar con ventaja ese honor.

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