jueves, 22 de agosto de 2024

Sobremoriré

Gonzalo y sus amigos se suelen plantear cuánto hubieran vivido en la Edad Media. Y debaten un rato. En una de nuestras rutas ciclistas extremas, Gonzalo me hizo la pregunta. -Me temo que poco- le respondí. Como guerrero no serviría ni para prisionero. Como artesano, una calamidad. Como fraile…no sé. Tal vez como señor feudal habría tenido algo de futuro. Aunque lo de intrigar no se me da bien. Y puño de hierro no tengo. Mala pinta hubiera tenido.

Le devolví la pregunta. Nunca me había planteado lo de la Edad Media pero sí cuánto sobreviviría en una isla desierta después de un naufragio. Siempre pensé que si Defoe, en vez de “Robinson Crusoe” hubiera titulado el libro “El Impenitente”, éste tendría dos páginas de tamaño y eso recreándose en el naufragio. Hubo un tiempo en que, cada vez que se hacía un cuestionario a gente famosa, se le hacía la pregunta -y tú, ¿qué te llevarías a una isla desierta? Nunca me la hicieron, y es una pena porque tenía la respuesta: El Corte Inglés, en uso y perfectamente equipado. Sólo así tendría una oportunidad de sobrevivir. Porque si tuviera que hacerlo dependiendo de mi ingenio, laboriosidad, capacidad de adaptación y habilidad para la caza, la pesca, la agricultura y la ganadería, a la segunda página del libro ya me estarían devorando las alimañas en estado de inanición.

Hablando el otro día con un amigo, me estuvo comentando que aprovechaba estos días de agosto para hacer trabajos en la casa que tiene en el pueblo. -Mira, hoy he cambiado una ventana. Otro amigo me enseñó el otro día su casa. La compró y se la ha reformado entera y me iba mostrando el trabajo que hizo en cada aposento (qué bien suena aposento). Al llegar al garaje, vi que tenía tres motos. Le pregunté. También me las enseñó. De una de ellas estaba muy orgulloso. -La saqué de un desguace. Luego compré las piezas que necesitaba y la armé entera. ¿A qué es bonita? Y no veas cómo va.

Admiro a la gente que dedica su tiempo a hacer cosas prácticas. Y los admiro desde la perplejidad. Porque cuando alguien me cuenta que, en sus ratos libres, ha cambiado una ventana o que ha armado una moto y la ha hecho funcionar, lo escucho anonadado porque es algo que me parece inverosímil. Y no es sólo admiración lo que me despierta. También otro tipo de sentimientos. Envidia, no. No anhelo tener esa capacidad. Ni siquiera tengo interés en intentarlo. Pero sí que me hacen sentir mal. Me hacen sentir menor. Cuando yo les comento que mi tiempo libre prefiero dedicarlo al deporte o a la lectura me veo ridículo. Y el caso es que la gente lo respeta. Y no termino de entenderlo. Porque yo me siento acomplejado delante de ellos. Y no es sólo porque hagan cosas que se ven. Que se tocan. Útiles. También me siento inferior porque sé que ellos en la Edad Media habrían sido hombres de provecho. Y que en una isla desierta habrían sobrevivido.

No hay comentarios: