jueves, 1 de agosto de 2024

Frases que nunca diré

Salimos con la bicicleta desde la capital del Secarral. Jorge, Gonzalo y yo. A Jorge me lo presentaron ese día. Iba casi todo el rato por delante, por lo que Gonzalo y yo pudimos tener nuestras conversaciones sobre Ingebrigtsen, Pogacar, los nombres de las calles de Santa María y los trastornos de ego de algunos de nuestros conocidos. La ruta, Santa María, Manjavacas, Pedernoso y vuelta. Más de tres horas con el sol en lo alto y el viento solano que no se calmaba. Teniendo en cuenta que en los últimos once meses sólo había hecho treinta kilómetros en bicicleta, cuando nos sentamos a hidratarnos (cervezatarnos) en la terraza de un bar, tuve que hacer un verdadero esfuerzo para sentarme como las personas y no como si acabase de caer de un séptimo piso.

Con las primeras cervezas nos pusieron de tapa unos trozos de empanada y unas aceitunas. Con las segundas, un plato de salchichón generoso. Gonzalo y yo somos de buen comer, así que, ahí estábamos. Jorge no comía. Su trozo de empanada seguía en el plato. Y seguía. Y seguía. Esto no puede quedarse ahí, y más con el hambre que tenemos.

-Si no te lo comes tú, me lo como yo.

-Sí, coméoslo. Es que si como en el aperitivo, luego no como (cinco veces el verbo comer (seis) con sus conjugaciones en tres frases. Récord).

- ¿Cómo? (Éste no es del verbo comer, que os veo venir).

Gonzalo y yo con los ojos como platos. - ¿Qué tiene que ver una cosa con otra?

Ya no es que los dos seamos de aquellos de -mejor comer dos veces que dar explicaciones. Es que tenemos otra teoría. Siempre pensé que, diga lo que diga la ciencia, el ser humano tiene dos estómagos: uno para el salado y otro para el dulce. Por muy lleno que estés, siempre hay hueco para el postre y eso es porque, por otro conducto, va a otra cavidad. Pero he llegado a la conclusión de que realmente tenemos tres estómagos: uno para el aperitivo, otro para la comida y el tercero para el dulce. Jorge se ve que sólo tiene dos. Pobrecito. Por eso dice esas cosas. Pero ¿nosotros? A nosotros el aperitivo nunca nos dejará sin comer.

La terraza estaba llena. A mi izquierda había una mesa con unas cinco o seis personas. Tenían una edad provecta (eran mayores que yo. Ya van aviados). Se les veía educados. Muy formales. Y un tanto pedantes. En uno de nuestros silencios, de esa mesa nos llegó el siguiente comienzo de frase:

-Pues la gobernadora del estado de Michigan…

-Yo no me puedo morir sin decir alguna vez esta frase-les dije a mis compañeros. Quiero tener conversaciones en las que pueda citar a la gobernadora del estado de Michigan con propiedad y con interés para el auditorio. Fue una revelación aquello. Me vi muy inculto. Un iletrado. Tengo que evolucionar del hombre de los tres estómagos a la gobernadora del estado de Michigan, pensé. Mi conversación tiene que crecer. Mi acervo. Mis inquietudes. Porque de la mesa de al lado me llegó la luz. Esa mesa me ha enseñado el camino.

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