sábado, 16 de diciembre de 2023

Ella y el calendario

Ella, con sus diecisiete años,  jueza de la familia, con sus criterios tan claros, tan definidos (series, películas, libros, canciones). Ella, con sus sentencias que nos intimidan, que dirige nuestras conversaciones, que las arbitra con sus reproches, con sus miradas de hielo (no se te ocurra hacer el menor ruido comiendo o bebiendo), con sus –eso no tiene gracia, con sus acusaciones que siempre terminan en -fobos. Ella, con su humor ingenioso, con sus comentarios certeros, con sus reflexiones tan maduras, con su lucidez, con su seguridad, con su firmeza, con su personalidad, con su brillantez, con su madurez, ella (sí. Ella) se ha pedido un calendario de adviento y, cada mañana, se come su chocolatina.

Y yo, que observo a mi hija siempre desde la fascinación y la admiración; yo, que soporto sus reproches y sus pullas con devoción y orgullo, me emociono al ver que, en algún rincón, sigue existiendo aquella niña tímida que podía pasar horas jugando sola, aquella niña que hablaba con sus ojos y que te despertaba con ellos los sentimientos más hermosos y más tiernos. Y sólo puedo decirte que aquí estaré siempre. Rendido, orgulloso, fascinado, desarmado. Por lo que eres y por lo que, sin duda, vas a ser. Y también, por lo que nunca dejarás de ser.

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