sábado, 10 de junio de 2023

Sobre el lenguaje no verbal como distracción

Suelo cruzarme con mucha gente que sale a andar. Y me entretengo distinguiendo a dos tipos de andarines: los que van deprisa y los que van despacio. El criterio para distinguirlos no es su velocidad sino la posición de sus brazos. Si van paseando, llevan los brazos caídos. Si van andando deprisa, llevan los brazos a escuadra y bracean con vehemencia. Quiénes van más rápido es un tema menor.

Ya que estoy con los andarines diré que hay otra subespecie y serían los que hacen marcha nórdica. A estos también se les distingue bien porque van con bastones. Entiendo que serán útiles en la montaña o en Escandinavia. En el cauce seco de un río completamente plano (junto al Mediterráneo) quedan más bien ridículos, pero está claro que lo importante es la uniformidad y ante ella la lógica o el sentido común son también un tema menor. Llevo bastones porque mi deporte lo exige. Muy bien. Suerte tienes que no te exija un yunque.

Volviendo al tema de la importancia de los gestos para determinar el significado (más que el hecho en sí), están los que gesticulan para recalcar (¿para ser redundantes? ¿O son las palabras las redundantes?), y esto, la verdad, no es sólo que me hace mucha gracia. Es que no lo entiendo.

Hay gente que, cuando te está hablando de correr, empieza a bracear de manera muy enérgica. ¿Por qué lo hacen?

Hay gente que, cuando habla de redactar un correo electrónico, empieza a mover los dedos como si estuviera escribiendo en un teclado imaginario. ¿Por qué lo hacen?

Hay gente que, cuando hacen referencia a una llamada telefónica, se llevan el puño a la oreja con el pulgar y el meñique extendidos. ¿Por qué lo hacen?

Dejo la entrada abierta. Encontraré más ejemplos.

2 comentarios:

GARRATY dijo...

Reconozco que tecleo un teclado imaginario y me llevo la mano a la cara cuando finjo hablar por teléfono.
Se me ocurre algún otro ejemplo pero estamos en horario infantil.

El Impenitente dijo...

Cada vez que toques el teclado imaginario te acordarás de mí.
Y yo me acordaré de ti cuando vea ejemplos de fuera del horario infantil.
Quid pro quo.