sábado, 4 de mayo de 2019

Sobre llamar antes de entrar

Me gusta mucho “To the end” de Blur. Y el vídeo, también. Mira que la canción tiene años, sin embargo la termino de descubrir. Fue una sugerencia de Spotify. Spotify se toma la libertad de sugerirme. Igual existe la posibilidad de anular dicha opción, pero, en este caso, no me interesa. De vez en cuando acierta. Sabe que cada vez soy más melódico y me bombardea con canciones moñas y blandengues. Y yo me dejo bombardear. Aunque, en el fondo, no dejan de molestarme estas libertades.

Hace poco leí que Myspace está en desuso y, sin embargo, vale un dineral. ¿Por qué? Porque almacena muchos datos. ¿Y qué son los datos (dices mientras clavas en mi pupila…perdón)? Información. (Cuando yo estudiaba se decía que las fuentes de poder eran cuatro: los de arriba, los de abajo, el conocimiento y la información). Y, aparte de por el poder que te permite, entiendo que los datos son valiosos porque hay quien está dispuesto a pagar por ellos. ¿Quién? Pues los que pueden sacar beneficio: departamentos de mercadotecnia, ventas y demás. Y nosotros, los pardillos, los paganos, vamos repartiendo nuestros datos sin miramientos. Si es gratis. Dejamos rastro a cada paso que damos. Apretamos siempre el botón de aceptar. Seguro que se puede ser más cuidadoso (creo que bastaría con leer) pero, como no es mi caso, me tomo con resignación la publicidad que recibo y acepto que me traten de vender algo aprovechando la información que yo haya podido dar. Lo considero como parte de las reglas del juego.

El otro día comentaba que me había hecho seguidor del Crystal Palace. Lo escribí aquí. Previamente había visto unos cuantos vídeos de su afición cantando “Glad all over”. Pues bien, Google ha decidido por su cuenta informarme del Crystal Palace y en el móvil me va avisando de sus próximos partidos y me indica el minuto y el resultado durante los mismos. Lo ha decidido Google. No me ha preguntado. Y esto sí me molesta y me indigna. No deja de ser contradictorio que me dé igual que me intenten vender zapatillas, seguros de coche o lentes progresivas y, sin embargo, esto que, en apariencia, no tiene interés comercial, pues me altera. Y es que esto sí que lo considero una intromisión. Una impertinencia. Mala educación. Como, en el fondo, cuando Spotify me recomienda canciones (¿me sugiere Spotify canciones de Blur porque escribí que los Oasis están sobrevalorados?). Me indigna porque hay libertades que sólo se pueden tomar desde la confianza y, que yo sepa, señor Google, ni hemos corrido ni nos hemos tomado una caña juntos. Y como ahora sé que me lee, señor Google (gracias, por cierto) pues lo escribo. Por si acaso.

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