lunes, 12 de noviembre de 2018
Es la historia de un amor como no hay otra igual
Diez dorsales. Diez ediciones. Diez años: 2007, 2008, 2009, 2010, 2011, 2013, 2014, 2015, 2016 y 2018. Doscientos kilómetros entre Behobia y San Sebastián. Muchos años repitiéndome –txapela- en la salida en homenaje a aquellos euskaldunes que se animaban unos a otros tras el disparo. Diez años subiendo Irún y Ventas, con tantísima gente apostada a los lados y tan silenciosos ellos. Quizá Francia está demasiado cerca. Diez veces subiendo Gaintxurizketa. Tampoco es para tanto. Vosotros no habéis subido al castillo de mi pueblo. Los años que pasamos por Lezo, inolvidables. Las diez veces que he visto al pirata, cada vez más canoso, con sus banderas enormes y la música heavy sonando a todo meter. El paso por Rentería, siempre dando las gracias, siempre con lágrimas en los ojos, lágrimas que me duran hasta el final de la cuesta de Kaputxinos. El poco público en Pasajes. El puerto, con esa belleza industrial decadente. El paso por Trintxerpe en el pasado, un aperitivo espectacular a lo que es subir Mirakruz, mi cuesta favorita, donde los adelanto de diez en diez, donde la felicidad está en cada paso rodeado por ese pasillo de gente. La bajada hasta Jesuitas, desatado, eufórico. La avenida de Navarra, antesala muy hermosa de lo que ya es el apoteosis, lo sublime, la perfección, el paraíso. Zurriola. Kursaal. Puente del Kursaal. Boulevard. Diez años pasando frío, sintiendo la lluvia, el granizo, el vendaval, el temporal, el calor, el viento sur. Dos años en uno diecisiete, dos en uno veinte, un uno veintitrés y, el resto, cuando no era cuestión de crono. Topo, coche y autobús. Tipi tapa, tipi tapa. Diez años corriendo la Behobia San Sebastián. Diez años de felicidad absoluta. Los diez primeros.
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2 comentarios:
¿Pero en el 2007 ya había gente que salía a correr así porque sí?
Dices 2007 como si perteneciese a otra era geológica y fue anteayer. O ayer.
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