viernes, 2 de noviembre de 2018
Dentro de mil años no habrá ni tíos ni tías. Sólo gilipollas
He visto “Trainspotting” y no sé si me apetece hablar de ello. Me la dejó un compañero de trabajo para intentar subsanar lo que él consideraba una carencia y he terminado viéndola. Bien, la película es muy buena y, si la hubiese visto hace unos cuantos años, pues me habría removido y me habría hecho reflexionar e, incluso, teorizar. Pero mi presente es el de señor mayor con pocas ganas de sufrir y con la expresión “coste de oportunidad” permanentemente en los labios. Y se me ocurren mil formas mejores de pasar el rato que someterte a un encogimiento de estómago de noventa y tantos minutos. Que es un peliculón no lo niego, pero qué necesidad, señores, de padecer. Qué necesidad. Y que esto lo escriba uno del Atleti podría parecer un contrasentido pero aquí entramos en lo voluntario y lo involuntario. Y no. No estoy para pasar malos ratos a propósito. No le encuentro el sentido. Apacible empieza a escalar posiciones en mi clasificación de palabras favoritas.
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