jueves, 11 de mayo de 2017

De porqué la vida no es una película romántica

Pues seríamos nueve o diez. Diría valientes pero tampoco era para tanto. Sólo uno de nosotros era mujer. S. Treinta y tantos. Morena, de larga melena rizada. El resto, varones de todas las edades. Nos agrupamos a las diez. La ruta la había preparado el tío Javier. La mayoría llevaba focos. Algunos de ellos podían iluminar un campo de fútbol. El mío no iluminaba un futbolín. S. ni llevaba. Salimos. Enfilamos con nuestras bicicletas hacia la Gotera. Íbamos agrupados. Una ruta nocturna no es una carrera. La noche era muy cerrada, sin luna. El cielo, completamente estrellado, deslumbraba por su belleza (ya sé que suena cursi, pero es que era así). De vez en cuando parábamos. ¿Estamos todos? Sí. Trago de agua y a seguir. S. y yo solíamos ir por mitad del grupo aprovechando la luz ajena. Se oyeron voces. Alguien de los que venían detrás tuvo una avería. El resto de los traseros se pararon con él (poco he salido con ciclistas, pero de ellos puedo afirmar tres cosas: la primera es que son mentirosos patológicos. Si un ciclista te dice que todo lo que queda es bajada o que sólo quedan cien metros de subida, échate a llorar. Lo segundo es que son los que mejor comen del mundo. No hay ruta sin comida y sin bebida. Y con colmo. Así tienen la barriga que tienen la mayoría. La tercera es que son tremendamente solidarios. Saben mucho de mecánica y están deseando demostrarlo así que, si hay avería, trescientas manos se acercarán a opinar y a ayudar). S. y yo tratamos de avisar a los que iban delante, pero no oyeron nuestras voces y, con la poca luz que llevábamos, decidimos pararnos a esperar a que nos alcanzaran los de detrás.

La noche oscura.

El cielo estrellado.

S. sacó su móvil y conectó una aplicación donde podían seguirse las estrellas y las constelaciones. La aplicación se hacía acompañar por una música muy sugerente.

Estábamos pegados.

Mirábamos al cielo.

Poníamos nombre a las estrellas.

Poníamos nombre a las constelaciones.

La música sugerente sonaba de fondo

Estábamos solos.

Solos en mitad del campo.

Era verano.

Y entonces pasó lo que tenía que pasar.

Nada.

Alfa Centauro. Beta Pegaso. Gamma Minotauro. Casiopea. Ganímedes. Al rato vimos luces. Se oyeron voces. La avería estaba reparada. Nos recogieron. Recogimos a los de delante. Enfilamos hacia la aldea. Llegamos como héroes. Nos tomamos unas cervezas de tamaño ciclista. Nos las habíamos ganado. Brindamos. Brindé con la Estrella Polar y le guiñé un ojo riéndome. Ya sé que suena cursi pero es que fue exactamente así.

7 comentarios:

kyezitri dijo...

Si meses después te sigues acordando de aquel momento será por algo ^^

Me identifico con las dos primeras características de la tribu ciclista, pero no con la tercera y, de hecho, siempre digo que de casa hay que salir cagao y con la bici bien preparada, nada de improvisaciones de última hora de aceites, pastillas de freno, recámaras viejas ni nada...

¡Para que la vida fuese una peli romántica en vez de consultar constelaciones en una app móvil te las conocerías de memoria para asombrar con tus conocimientos!

Peri Lope dijo...

Bravo.

El Impenitente dijo...

Kyezitri, esta entrada, como muchas otras, nace de una conversación en la que, viniendo al caso, cuento mi batallita y el de enfrente se ríe. Y entonces pienso -pues a lo mejor podría contarla.

Evacuar en el campo es un gran placer y muy ecológico.

Y al hermano de mi amigo Luis Santángel, astrónomo de profesión, le funcionó lo de conocer estrellas, constelaciones y sus leyendas. Así conquistó a su mujer. Él tenía treinta y ella veinte. Y su futura suegra cuarenta. Pero la futura suegra no tenía las piernas de su hija. Qué piernas.

Gracias, Peri Lope.

Slim dijo...

Pues yo estoy de acuerdo con las tres! aunque la más real es la PRIMERA. "Venga, vamos, que no queda nada!" es la mentira que más he oído en mis salidas ciclistas.

y el caso es que yo a veces la digo también.

El Impenitente dijo...

Los ciclistas sois buena gente a pie. Sentados en la bicicleta sois pérfidos. Todos.

Slim dijo...

bueno que no tiene que ver con esta entrada pero lo he visto y me he acordado de ti
http://verne.elpais.com/verne/2017/05/18/mexico/1495129378_181922.html

por si quieres dedicarle una entrada a la señora, yo creo que se lo merece.

El Impenitente dijo...

Aprovecharé tarde o temprano el artículo. La grandeza y la simplicidad de correr frente a la estupidez humana, siempre en expansión. Por supuesto que me ha gustado mucho. Agradecido.