martes, 25 de octubre de 2016

Ya estaba así cuando llegué

“Carne de Bakunin” expandió su mente y llegó la obsesión, una más. Porque sí, aquí está de nuevo The Cansin One para contarnos lo rematadamente buenos que son…Klaus & Kinski.

Pues sí. Muy buenos. Y sí, una obsesión. Marina y Alejandro. Ya no están. Tres discos y unas cuantas canciones sueltas. No les dio la música para vivir y se hartaron. Cumplen uno de los requisitos fundamentales para ser objetos de mi devoción: ya no existen (el otro es estar muerto). He escuchado todo lo que he encontrado. He visto vídeos, actuaciones. He leído entrevistas. Hasta curioseé en el perfil en Linkedin de Marina. Obsesionado. Absorbido. Deslumbrado. Fascinado. Canciones descomunales como “Nunca estás a la altura”, “Por qué no me das tu dinero”, “Ya estaba así cuando llegué”, “Contrato”, “La pensión”. Lo bien que titulan: “Mengele y el amor”, “Tierra, trágalos”, “In the Goethe”, “Mamá, no quiero ir al colegio”, “Deja el odio para después de comer”, “Luego vendrán los madremías”. Unas letras que se adivinan muy buenas, pero es que Marina canta muy bajito y no vocaliza del todo bien (no conozco ni un murciano que lo haga). Tampoco sabe bailar y cantar a la vez. Y estamos enamorados de ella, por supuesto. ¿Su estilo? Nuestra intención es hacer canciones por deleite personal, manteniendo el tono casero. Nos gusta ser eclécticos, que es lo que se suele decir cuando se carece de estilo y personalidad. Discrepo, pero no voy a discutir. Hay tres tipos de canciones: las que me gustan, las que no me gustan y las que desconozco. Y Klaus & Kinski han conseguido meter en el primer tipo varias de las suyas, dentro del epígrafe –me gustan una barbaridad. Se fueron. A lo mejor Alejandro sigue haciendo música, porque era un fenómeno. Marina de clases. Alguna vez nos han llegado a relacionar con el rollo shoegazer por nuestro endémico desparpajo y salero en el escenario, lo que provoca una perfecta comunicación expresiva con nuestros pies. Alejandro dice que le gusta oír lo que dicen las canciones en mi vocecita. A mí también, Alejandro. Y he llegado a tiempo para vuestras canciones pero no llegué a tiempo de miraros a los pies. Y esto siento que me lo he perdido.

2 comentarios:

kyezitri dijo...

Bueno, parece que además del Niño Gusano hay esperanza en que nuestros gustos musicales encuentren lugares comunes. Me alegra eso.

K&K molan, aunque suenan desesperanzados, como su historia. ¿No te parecen todas sus canciones tristes, incluso aunque sean tan románticas como "Ojo por diente"? No me veo escuchándolos en verano, sí en otoño e invierno.

Lo bueno que tienen es su "regularidad". Tienen varias canciones grandes en cada disco, ágiles e íntimas. Y eso creo que es una gran virtud y algo muy poco común.

Y sí, también creo que son grandes "titulistas" :)

El Impenitente dijo...

Ya tienes dos lugares musicales comunes con un señor de cincuenta años. Yo empezaría a preocuparme.

Son canciones densas, repletas de matices, de recovecos, inabarcables, poderosas. Y sí es cierto que suenan a desesperanza, a desencanto. Canciones, desde luego, no para escucharlas en la barra del bar de la piscina bebiendo cerveza y sí sentado frente a la chimenea observando el fuego. Pero esa es la teoría. Si tengo que esperar a que termine el verano en Valencia, me los pierdo.

Y en cada disco aumentaba el porcentaje de canciones fabulosas. Aquí he llegado tarde, pero me ha quedado la misma sensación que con El Niño Gusano. Se fueron pronto. Les ha faltado, mínimo, otro disco,