viernes, 9 de septiembre de 2016

Siéntate, Johnson

Me encontré con Johnson en plena calle. Nos estrechamos la mano efusivamente mientras le daba una palmada en su hombro con mi mano izquierda. Los traumatólogos consiguieron reconstruirme, a duras penas, la mano derecha. La izquierda la he perdido. Johnson está verdaderamente fuerte (digamos que es rocoso en lo más rocoso del término. Lo suyo no es anatomía sino geología)  y es de los que, muy risueño, eso sí, te estruja la mano cuando te la da. Y, a pesar de lo que pueda parecer, es muy sensible, y no sólo porque se dedique a las bellas artes (y se gane la vida con ello). Me contó Sanfélix que, en un viaje a Tokio, pidió si le podían indicar dónde encontrar un baño. Cuando entró y se encontró con un inodoro lleno de luces y de palancas, salió y pidió si le podían indicar dónde encontrar otro baño, ya que él no podía hacer sus cositas en un armatoste que fuese más inteligente que él. Y hoy me he acordado de Johnson. Nos han traído unas sillas de oficina que llevan guía de usuario (guide de l’utilisateur, user guide). Las sillas vienen con manual de instrucciones. Yo miro a la mía y me siento intimidado. No sé si soy digno de sentarme en ella, de estar a su altura. ¿Están los objetos a nuestro servicio o somos nosotros los que estamos al suyo? No lo sé, pero...¿qué hago? ¿Me siento o no me siento?

2 comentarios:

Slim dijo...

jajajaja a mi en japón me pasó algo peor: entro al inodoro y lo que tu dices, un montón de botones. Pero bueno, levanto la tapa, lo utilizo, y al acabar, le doy a uno de los botones para tirar de la cadena..salta una alarma! me dí un susto de muerte! salí corriendo ante la mirada alucinada de una señorita que venía en mi ayuda. Ay, que mal trago pasé.

Un abrazo!!

El Impenitente dijo...

Otro. Y fuiste al baño y saltaron las alarmas. No está mal.