martes, 1 de marzo de 2016

L'anguila

Vuelvo a uno de mis temas favoritos y es el de la impunidad que disfrutan los artistas (o la mayoría de ellos) en nombre del arte (sólo comparable últimamente a la de los solidarios, esos grandes aprovechados del esfuerzo ajeno, en nombre de la solidaridad. Especial simpatía siento por los solidarios exhibicionistas (en un noventa y cinco por cien de los casos, valga la redundancia), principalmente por la proporcionalidad directa que guarda su grado de exhibicionismo con la autoridad moral que se arrogan. Y cierro paréntesis, que es de los artistas de quien quiero hablar).

Valga el siguiente ejemplo:


Vamos a por la lista de tópicos. Tengo que averiguar qué mal han hecho los habitantes de este pueblo para merecer este monumento y para merecerlo durante quince años (y un día. O dos). También tengo pendiente averiguar el nombre del artista, del autor, del creador y por qué no cumple condena en la cárcel de Picassent, de Fontcalent o de Albocasser, porque seguro que no cumple condena ya que no hubo ni demanda ni juicio, puesto que siempre podría alegar incomprensión o ignorancia o falta de preparación por parte del público y el juez, que también sería un acomplejado, le daría la razón. Tengo que averiguar si estoy hablando de una obra de arte reconocida o me estoy metiendo con un artista consagrado y estoy cometiendo un crimen de lesa cultura y me están poniendo ya mirando a Picassent (o a Fontcalent. O a Albocasser). Y ya, de paso, tengo que averiguar si las anguilas comen carne de artista y cuánto tardarían en devorarlo mientras sestea el pescador bajo su sombrero y los peces saltan y, sobre todo, tengo que averiguar si daría buen sabor al all i pebre, que sería, en realidad, su única posibilidad de redención.

No hay comentarios: