domingo, 14 de febrero de 2016

¿Suerte? Historia secreta del mundo

Los Reyes Magos existen, aunque, de vez en cuando, eligen caminos retorcidos. Baltasar me trajo un libro, “Historia secreta del mundo”, de Emilio Gavilanes, pero se lo dejó a Kyezitri, que fue quien hizo de emisario. ¿Por qué? ¿Para qué iba a hacer preguntas? Como los niños yo cogí mi regalo y ya no tuve ojos para otra cosa.

Emilio Gavilanes defiende la inspiración frente a la transpiración. Lo hace casi pidiendo perdón. De hecho a la inspiración la llama suerte. Ni oficio ni talento. Suerte. Escribir y escribir (transpirar) está bien si tiene un sentido, si lo escrito tiene “inspiración”, si está “inspirado”. Y siente que esa inspiración, ese chispazo, le viene de fuera y que él, o sus textos, sólo son producto de la suerte. Y lo explica con naturalidad, sin falsa modestia.

Tiene su lógica. “Historia secreta del mundo” no es un libro de historia sino una colección de microrrelatos ordenados cronológicamente y que transcurren en cualquier lugar del mundo. Un microrrelato que parte de una idea que, según el autor, siempre viene de fuera. Puede ser. Sin idea no hay relato, desde luego, pero hay que salir a su encuentro. Hay que verla. Hay que encontrarla. Hay que descubrirla. ¿Suerte? Sí. Y algo más.

Porque ya tenemos la idea. Ya tenemos el material. ¿Y ahora? Pues oficio y talento. Y por arrobas tiene este hombre. Y no es por discutir con él. ¿Suerte? La suerte no escribe así, con las palabras justas y precisas (ni una de más, ni una de menos), con una prosa sobria y austera en apariencia y que parece poesía por todos los matices que contiene. Relatos que parecen escritos con brocha y están escritos con pincel. Relatos directos, descarnados, a veces muy duros, siempre hermosos y siempre dignos. ¿Suerte? No. Y, repito, no es por discutir.

Y Baltasar acertó. Los Reyes Magos existen, aunque, de vez en cuando, eligen caminos retorcidos. Realmente yo me había pedido “El gran dinero” de John Dos Passos, pero Baltasar decidió que no y no falló. Con lo difícil que es no equivocarse cuando uno regala (o recomienda) un libro. ¿Suerte? Hombre, son magos. Y hay que ser agradecido. Muchas gracias, Kyezitri. ¿Kyezitri? No, no. Quería decir muchas gracias, Baltasar. No sé en qué estaría pensando.

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