domingo, 10 de junio de 2012

John Cena o la eficacia de la psicología inversa

Borrarás a tu padre y a tu madre. Éste es el Cuarto Mandamiento según mi crío. Desheredado lo tengo desde hace tiempo, pero eso no quita para que esté deseando perdonarle. Y él está empeñado en todo lo contrario. -Papá, ¿sabes cuál es la mejor canción del mundo? –Miedo me da lo que me vas a decir. –“Danza kuduro”. Es mi favorita. Y se pone a cantarla. Y la baila como si sus padres fuesen cubanos y él viviese en Miami. Sigue siendo culé y sigue haciéndome trampas cuando jugamos al fútbol en el pasillo con nuestro balón de trapo. Pero ya no sólo jugamos al fútbol. Ya no es Leo Messi su gran referente. Ahora tiene otro ídolo.


El gachó de la foto se llama John Cena (pronúnciese sina) y tiene más líneas en la Wikipedia que Thomas Alva Edison. No es un intelectual como pudiera parecer sino un luchador no sé si de lucha libre o de wrestling o de pressing catch o de algo así. A mi crío le gusta mucho y suele ver la lucha por la tele. Un padre como Dios manda supongo que trataría de apartar a sus hijos de este tipo de espectáculos tan poco edificantes, pero como soy de los que se criaron jugando al apedreo, al churro va, a la guerra de espadas y a otro tipo de juegos tan normales entonces y tan prohibidos ahora y como las taras que me causaron entran dentro de lo socialmente permitido pues no le prohíbo que lo vea; aunque tal vez debiera pues ahora alternamos los partidos con los combates. Y seguimos todo el ritual, claro, a semejanza de los profesionales. Incluso, ya que por la tele la lucha es comentada por Héctor del Mar, mi crío simultanea la pelea con la narración de la misma y lo hace con acento argentino. Hay alternancia durante el combate y al final, por supuesto, gana él, lo cual es celebrado con toda la parafernalia reglamentaria. El caso es que a mí esto de la lucha no me gusta. No es sólo porque pierda siempre sino que ya no tengo edad para que me hagan llaves (todas tienen un nombre), me tiren al suelo (muy despacito) y me retuerzan los huesos. Así que me parece que voy a tener que ponerme en mi sitio y dejarle bien claro a mi chaval que esto de la lucha se tiene que terminar.

El viernes pasado el circo de la WWE o del wrestling o del pressing catch llegó a Valencia donde tenían programado un espectáculo de los suyos en el pabellón de la Fuente de San Luis. Como parte de la terapia de alejar a mi hijo de la lucha, cuarenta y cinco minutos antes del comienzo ya estábamos los dos ocupando nuestras localidades en la Fonteta. Psicología inversa lo llaman. Pensaba que íbamos a estar solos pero no. Unas cinco mil personas estaríamos allí metidas. Muchísimos críos (no soy el peor padre de Valencia, lo cual en algo me reconforta) con sus padres y luego los friquis atemporales. La gente llevaba camisetas de sus luchadores favoritos (la que más se veía era la verde de Cena), pancartas, cinturones de campeón del mundo en cualquier categoría (a mí me da la impresión de que hay más categorías que luchadores pues todos son campeones de algo) y todas esas cosas. Tres horas duró la función pues aquello no deja de ser un teatro, una sucesión de combates donde cada cual interpreta su papel, donde siempre existen héroes y villanos y donde siempre sabes quién va a ganar. Pero es entretenido. Muy entretenido, con mucho ritmo. Visto desde fuera puede desagradar o puede tener su gracia. Si te dejas arrastrar por el friquismo dominante, lo cual no es complicado, es bastante divertido. Y si vas con tu hijo lo difícil es no terminar viéndolo todo a través de sus ojos y así, cuando salió John Cena, ahí nos ves a los dos abrazados dando saltos coreando su nombre. Y no fuimos los únicos. Me impresionó lo de Cena. El pabellón entero se puso de pie. La pareja que tenía a mi derecha, que tendrían unos veinticinco años, gritaba desaforadamente, sobre todo ella, que parecía que estuviese viendo a Jagger o a Beckham. Fue un momento no sé si especial pero sorprendente desde luego. Y hubo más. La gente estaba entregada, celebrando cualquier cosa, coreándolo todo. Y mi crío estaba feliz. Y empecé a sospechar que lo de la psicología inversa estaba fracasando estrepitosamente. Estrepitosamente.

Y así ha sido. Estoy escribiendo esta entrada con la nariz, pues es la única parte de mi cuerpo que no está maltrecha, tirado en la cama con politraumatismos y multidislocaciones. Los combates desde el viernes han sido múltiples y feroces. No me gusta esto de la lucha. Puede que haya disfrutado mucho dejándome arrastrar pero ha sido algo efímero. No me gusta nada la lucha. Pero nada. Y tú, hijo mío, has de saber que es honrarás y no borrarás. Honrarás a tu padre y a tu madre. Aplícate. Y sigues desheredado. Que lo sepas.

5 comentarios:

3'14 dijo...

Mi hijo hoy escucha esta canción ( http://www.youtube.com/watch?v=XXywgkY2O5U ) de fondo en la tele y me dice: Es la Paulina Rubio, no? Ojiplata me he quedado... También se sabe todo el repertorio del discazo de GH... Juro y perjuro que NO LO VE, para cuando yo lo hago él ya está en la cama durmiendo. Yo es que además de ser una pésima madre soy una hipócrita y estas cosas las veo a escondidas de él, para luego criticarle las series que se traga, como Shake it up... Si las niñas andan locas con el petardo-Justin Bieber, el bebe los vientos por su parienta, Selena Gómez. Por que hasta de eso estoy enterada, de quien sale con quien... A mi hijo, con nueve años, no le va la lucha, pero parece empezar a interesarle los combates cuerpo a cuerpo de otra modalidad... Peligro tiene!!!

3'14 dijo...

Por cierto, aprende, el padre no llega a subirse al coche ;)

http://www.youtube.com/watch?v=wsBon3DTwIY

El Impenitente dijo...

Selena Gómez es conocida en casa, gracias a mi hija, cuyas canciones baila y canta con frenesí, como Elena Gómer.

Y bueno el vídeo segundo (el primero menos). Trataré de aprender, aunque sospecho que mi hijo es más listo que yo. Yo sólo tengo la edad a mi favor.

Juan Rodríguez Millán dijo...

Te iba a decir que hay cosas peores, pero lo Selena Gómez lo supera, je, je, je... En cualquier caso, piensa que los héroes infantiles y juveniles por venir sin duda serán peores que los que hay hoy en día... Ay, las cosas que tenéis que hacer los padres...

El Impenitente dijo...

Supongo que cada uno defiende a sus héroes de infancia y menosprecia a los posteriores porque tiene que ser así. Es una forma de justificarse. Lo que sí puedo decir es que no hay constancia de que Locomotoro, Valentina, el Capitán Tan ni los Chiripitifláuticos jamás tuviesen que entrar en un centro de desintoxicación, ni que tuvieran problemas de bulimia ni que saliesen desnudos en el Interviú.