Benidorm. Dos años me pasé yendo casi a diario a Benidorm. Dos años estuvimos metidos en la obra de un hotel que tuvo cierta resonancia pues, cuando su inauguración, era el edificio más alto de España y el hotel más alto de Europa. Muy mal no lo debimos hacer pues tuvieron el detalle no sólo de pagarnos sino que, además, nos invitaron a la inauguración y al primer aniversario. Tuvimos el honor de cenar junto a ilustres eminencias como son Rappel, Raúl Sénder, Bigote Arrocet, José Sancho, Lidia Lozano o Clifford Luyk mientras cantaban grandes artistas como son Serafín Zubiri o Mikel Herzog o tocaba una orquesta de nombre Britannia o algo así cuyos cantantes pensaban que era más importante cambiarse de ropa que cantar. Benidorm. No me gusta la playa salvo para correr o para jugar a las palas atenea junto a G. y a Maroto. No me gusta el turismo de playa y dudo mucho que alguna vez pase unas vacaciones a menos de cien kilómetros del Mediterráneo. Sin embargo Benidorm me gusta. Tiene algo de fascinante que no puedo explicar. Esa gente andando en bañador paquetero por mitad de la calle cuando a ti no te molesta el jersey. Esa gente con la piel roja vestida de cualquier manera. Las hordas de ingleses con su pulsera bebiendo cerveza a cualquier hora (me contaban que hay zonas de ingleses donde nadie se atreve a entrar). Y la arquitectura de playa, desordenadamente ordenada. Supongo que Benidorm me gusta porque nunca me he quedado. Siempre he estado de paso. Y también me trae recuerdos de una obra en la que disfruté bastante y en la que aprendí una barbaridad, una de las obras más bonitas que seguramente hayamos hecho.
No he leído a Homero. Sus libros se venden en las librerías, señal de que se siguen demandando. Pero no conozco a nadie que se haya leído ni “La iliada” ni “La odisea”. Conozco a muchos que lo intentaron pero todos, al preguntarles el por qué de su abandono, introdujeron el término “coñazo” en su explicación. No creo que lo lea nunca. Además, la Guerra de Troya más o menos me la sé. Y las aventuras de Ulises mientras Penélope tejía y destejía también. Aunque hay una de esas aventuras que sí que me gustaría leer y es aquella en la cual atravesaban la zona de las sirenas de cantos y adulaciones irresistibles con Ulises atado al mástil de su barco retorciéndose mientras su tripulación con tapones de cera en los oídos hacía caso omiso.
“Don’t sleep in the subway”. Aquella voz de dulzura infinita empezó a cantar “Don’t sleep in the subway” paladeando cada sílaba, seduciendo en cada acorde. De aquel antro de british, de aquel tugurio de perdición surgió la voz de una sirena con la única voluntad de arrastrarnos a los infiernos. Y yo no estaba atado a ningún mástil ni a ningún pilar. Y mi tripulación no tenía los oídos taponados con cera. Sentí que estábamos perdidos. Sentí que nada podía salvarnos. Y aquella voz seguía cantando con aquella dulzura infinita. Y como sabía que era inútil resistirse decidí encaminarme resignado al lugar de donde sabía que nunca retornaría. Pero mi tripulación no me acompañó. Mi tripulación resistió. Los montadores de estructura metálica tienen muchas cualidades pero la sensibilidad no figura entre ellas. –Pero, ¿tú estás tonto o qué? ¿Dónde vas? Anda, venga, tira para la obra. Y para la obra nos fuimos. Resistimos al canto de las sirenas. La vida no es siempre literatura.
8 comentarios:
En la vida no todo es música soul. Póngase a trabajar ya, hombre.
Bueno, la vida tiene en común con la literatura en que hay que echarle imaginación. A veces mucha.
Hay una Iliada en Anagrama (me suena que de Baricco, aunque no estoy seguro) que te podría interesar: se trata de una versión normalizada con la literatura moderna, narrativa de lo más corriente. Es interesante, aunque desconozco si hay una Odisea por el estilo.
Un tanto pálida encuentro yo a Petula. Me gusta más incluirla en el subgénero del ñoñipop, tan bonito él.
Pues no sé si darte las gracias, Peri Lope. Hay demasiados libros por leer, por eso me gustan tanto las malas críticas, para poder tachar a gusto. Si ahora me dices que hay una versión interesante de "La Iliada" me pones en un brete. En fin, tal vez. De todas formas, gracias.
Yo no es que no conozca a nadie que haya leído La Ilidada o la Odisea, es que no conozco a nadie que conozca a alguien que sí lo haya hecho.
Mi desafío personal es el Ulises de J.J., algún día ese libro, yo y una celda de aislamiento de la prisión de Pelican Bay tendremos un encuentro.
Tal vez ese día te acepten en la Orden del Finnegans
http://www.edicionesalfabia.com/autores_la_orden_del_finnegans.html
O tal vez le abras la cabeza al pelícano de la bahía cuando tires desesperado el libro por la ventana.
SisterBoy, yo sí conozco a alguien (solo a uno, y se puso al tema el año pasado) que se ha leído La Iliada y la Odisea. ¡Y además le han gustado!
No, no soy yo. Yo me compré una edición barata de ambas en una feria del libro y entre que Homero no tenía el don de la concisión y que la traducción era una soberana mierda, no pasé de la página 100 en ninguna de los dos. Quizá algún día, cuando sea viejo y rico, haga que alguien me las lea.
mi hija se ha leido las dos este año, y ademas en valenciano. Y direis, seran una adaptacion, y sí, lo son, pero de mas de 120 páginas, y yo no pase de la tercera (con la odisea, el otro ni lo intenté). claro que yo lo mas cerca que he estado de estos libros es cuando veia Ulises 31.
para que luego digan que la enseñanza pública en la Valencia del PP es mala...
¡Y en valenciano! Slim, preséntale mis respetos a tu hija.
No es mala idea, Álex, eso de que nos lean libros cuando seamos ricos y viejos.
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