Recuerdo una tira que leí en un TBO. Eran dos amigos que se encontraban por la calle y uno de ellos le pedía dinero prestado al otro. –Pero hombre, por Dios. Por dinero no vamos a discutir tú y yo. ¿De cuánto estamos hablando? –De dos millones de pesetas. –Discutamos.
Sirva la tira del TBO como prólogo de la historia que protagoniza un matrimonio de ancianos sin hijos. Él es natural de un pueblo que llamaremos A. Su mujer es de un pueblo vecino que llamaremos B. Toda su vida han vivido en A donde ahora, en sus últimos años, son cuidados por sobrinos y demás parientes. El marido tiene una salud de hierro. La mujer siempre fue de carácter enfermizo. Por supuesto, el marido murió primero. Dos meses le sobrevivió su mujer. No soy experto en leyes ni en herencias pero se ve que la mujer heredó al marido y toda la parentela del pueblo B eran los herederos legales de la buena mujer. Dichos parientes, tras toda una vida ignorando a su tía, se personaron muy compungidos al entierro y en un gesto de gran generosidad comunicaron a los del pueblo A que, ya que ellos habían cuidado de los dos ancianos lo lógico era que también se quedaran con sus pertenencias. Pero cuando uno es generoso lo es con todas las consecuencias, y los del pueblo B fueron relativamente generosos pues no olvidaron preguntar –porque, ¿de cuánto estamos hablando? Y cuando se enteraron del montante contestaron –discutamos. Tenemos que hablar. Y se ve que hablaron. Y los parientes del pueblo A se quedaron con la satisfacción del deber cumplido y con el recuerdo de los años compartidos con sus queridos tíos que tanto les enriqueció en su vida espiritual. El resto se lo quedaron los parientes del pueblo B.
Historias de parentelas y de herencias. Por cuatro duros los hermanos dejan de hablarse. Por una vajilla y unas toallas se genera rencor para varias generaciones. En cualquier lugar, en cualquier familia las disputas se tornan irreversibles. Y una sobremesa con batallas ajenas (y propias) de este tipo suele ser muy amena. Otra que me gustó fue la del tío soltero con siete sobrinos. El tío ya está bastante viejo. Unos pocos sobrinos se ocupan de él. El resto no. Muere el tío quedando todos los sobrinos como herederos. La misma noche del entierro los sobrinos que, casualmente, jamás se ocuparon de su tío quieren forzar una reunión para hacer el reparto del patrimonio y dejarlo todo firmado.
-¿No podría ser mañana? Hemos pasado la noche velando al tío. Nos hemos ocupado de todo. Estamos cansados. Vamos a dejarlo para mañana.
-No, tiene que ser ahora.
-Por favor.
-Ahora.
-Pues será mañana.
-Ahora.
-Mañana.
-Ahora.
-Pues ni ahora ni nunca.
Unos treinta años después la casa del tío está casi en ruinas. Sus tierras están completamente abandonadas. La cuenta corriente ha ido menguando con las contribuciones y demás tasas y está casi a cero. Como el tiempo ha pasado y nadie es inmortal ya no son siete las personas que tendrían que ponerse de acuerdo sino cuarenta y dos. Y, bueno, ya va siendo hora de arreglar aquello. Y empiezan a moverse. Y contratan abogados. Y hablan con unos y con otros. Y se fija una fecha para la firma. Y hace falta la firma de todos. Y todos parecen estar de acuerdo. ¿Todos? Todos son muchos. Todos son demasiados.
-Por la memoria de mi padre, ¡ni ahora ni nunca!
Igual la próxima generación logra ponerse de acuerdo. Serán muchos más. No tendrán nada que repartirse.
jueves, 5 de mayo de 2011
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15 comentarios:
Los líos de familia por herencias son innumerables. Sin ir más lejos en la mía hay uno y gordo. Y no te creas que la herencia es para tanto, pero los hay ratas y miserables que por cuatro duros son capaces de dejar de hablar hasta con su propia madre. No digo más!
Las hostilidades en la guerra de las herencias...¡¡Buff!!
Yo no creo que realmente llegues a enemistarte con tu hermano o pariente por unos platos Duralex, sino que en esas situaciones adviertes de sopetón toda la dimensión mezquina del ser humano y lo que realemnte resulta insoportable es admitir que somos así de ruines. Y retiramos la palabra a ese familiar como si así pudiésemos abdicar de la condición miserable del ser humano.
Jaramiel
acabo de leerlo al "publicarse"...parece que me haya fumado un porro o algo.
Eso sí, ya he advertido a mis hermanos que yo, por el cuento de Mix y su cascabel -que sigue guardando mi madre)- MATO :)
Jaramiel
Claro que según escribía lo del cuento, he pensado que muchas veces, en esas pequeñas cosas (el cuento, una toalla, el salero con el que tu padre aliñaba sazonaba siempre la ensalada,...) es donde se alojan los recuerdos. Y por eso hay auténticos combates para no soltarlos. Nadie quiere desprenderse de sus recuerdos. Quedarte sin pasado es desengancharte demasiado.
Jaramiel
P.D. Sí, más ne vale currar y no dar el tostón.
En cualquier lugar, en cualquier familia. Tú lo has dicho. A mí me pone enfermo la gente así.
La culpa siempre es de los cuñados. Bueno, de las cuñadas.
Y también hay que tener en tener cuenta eso de que lo que quiero no es tenerlo yo sino que no lo tengas tú.
Hey,
te he escrito un correo pero no se si tendras todavia esa direccion...si no escribeme en cuanto puedas a quierosersilvestre@yahoo.es
que te tengo que proponer una cosa-:-)
Qué gran verdad: la culpa siempre es de las cuñadas. Siempre.
Pero no solo en las herencias, sino en todo lo que tenga que ver con otras cuñadas: negocios familiares, herencias, cuidado de parientes ancianos, etc. El peor enemigo de una cuñada es su cuñada. Verdad universal.
Lo mejor es lo de China, un hijo por familia y al carajo, claro que allí hasta hace bien poco tengo entenido que ni siquiera existían las herencias.
Sí que existían las herencias, lo que pasa es que había un único heredero. Así tampoco hay problemas ni disputas.
Al hilo del comentario anterior (diremos que hacer comentarios por fascículos es...¿cómo se dice? ¿trendy?) añadir que no he leído el "Libro Rojo" de Mao, pero no me sorprendería que sólo tuviese una línea: Todo para mí.
La mejor solución a este problema es fundirse la pasta en vida, una vez les has dado a tus hijos una buena educación. El que quiera pasta que trabaje (o se meta a político). Si no hay nada que repartir no hay disputa posible.
En mi familia hemos tenido alguna de esas, en generaciones anteriores, y es cierto que todo lo finiquitaban echandole la culpa a las cuñadas.
Espero que mis padres no lean la primera parte de tu comentario no vayan a hacerte caso.
...ahora me entero de lo súper trendy y molona que soy.
Jaramiel.
P.D. El que tuvo retuvo (¿así mejor?)
¿Mejor? No sé. Puede.
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