Volví a transitar sobre la débil línea que separa (si es que separa) el santificar las fiestas con tomar el nombre de Dios en vano. Volví a ir de comunión. Gran invento las comuniones. El dinero en movimiento genera riqueza y puestos de trabajo y en las comuniones, por lo visto, se trata de mover dinero. Las comuniones como motor de la economía. Yo creía que eran otra cosa pero no. No son otra cosa. Ni por asomo. (Una bonita tradición valenciana, en la capital y, sobre todo, en los pobles, consiste en cambiar la habitación del niño cuando hace la comunión. El niño se convierte en un hombrecito. Y la niña en una mujercita. Y la habitación se exhibe al público. Y también, en un maniquí, se expone el traje que se lucirá en tan importante día. Y, por supuesto, se muestran los regalos. Y como suelen ser de valor (nada como el oro para reflejar los sentimientos), allí está sentada la abuela como parte del retablo, vigilando que no desaparezca nada).
Hora y cuarto de ceremonia. Diez niños en el altar. La armada española puede seguir estando tranquila. Hay cantera más que de sobra para suceder a los Churruca, Gravina y Sánchez Barcáiztegui. Diez niños que, salvo el pino puente y tocar el sitar, hicieron de todo y siempre con las palmas de sus manos unidas en actitud piadosa. Qué despliegue. Qué actividad más febril a la par que solemne. El rito no se llevó a cabo en una parroquia sino en una sauna perfectamente adornada para la ocasión. Perdimos tranquilamente tres kilos que luego recuperamos sin esfuerzo. Adelgazar para engordar sin remordimientos. Una gran idea. El sacerdote se empeñó en tratar de convencernos de la enorme inteligencia de los niños y de su gran perspicacia y sensibilidad pero él siempre se dirigía a ellos como si fuesen retrasados mentales. Háblame despacio que soy rubia. Pero no había ninguna rubia en el altar. Entre los asistentes sí. Y muchas cámaras de fotos. Y de vídeo. Y móviles muy apañados que sirven para todo, incluso para hablar a voz en grito dentro de la iglesia-sauna (-es que estoy en la iglesia y no puedo hablar). Y luego estaban los de siempre. Tengo la teoría de que a las bodas siempre van los mismos, peinados y vestidos igual. Vistas desde fuera es imposible distinguir una boda de otra. Y el domingo por la mañana se ve que uno de los retenes de bodas quedó libre y lo mandaron de comuniones. Y allí estaban, con sus vestidos de siempre peinados como siempre. Auténticos profesionales desempeñando su papel. Tocó el retén que había aprendido educación en un establo y que faltaron a clase el día que explicaron lo del respeto. Pero, eso sí, eran muy graciosos. Al menos se reían mucho y muy alto. Y por su culpa me perdía las canciones y, sobre todo, me perdía los virtuosismos de los grandes guitarristas que tocaban. Las guitarras en misa siempre suenan igual. Es lo de menos la canción. Siempre llevan el mismo ritmillo. Se ve que es así, que es inevitable. No creo que Andrés Segovia o Narciso Yepes hubiesen podido dar un concierto en una iglesia. Anunciarían “Rumores de la caleta” pero a los cinco minutos ya estarían todos cantando –Señor, me has mirado a los ojos. Sonriendo, has dicho mi nombre- con los maestros acompañando. Y así fue pasando el tiempo. Y terminó la ceremonia. Y casi me molestó. Es en situaciones como ésta cuando más agradezco la existencia del blog. Sólo pensar –bueno, habrá que escribirlo- me hace estar entretenido. Si no, creo que sólo habría dos opciones: o el budismo o la portada de "El Caso”.
martes, 31 de mayo de 2011
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15 comentarios:
Con el paso de los años se demuestra que algo bueno traen las comuniones: ver los vídeos de los amigos veinte años después se convierte en un la más tronchante de las comedias de situación. Mi favorito siempre será el video de la comunión de mi amiga Paula realizado por su hermano pequeño, que añadió como banda sonora a las escenas de iglesia y banquete este tema: http://www.youtube.com/watch?v=6Ejga4kJUts
Atinada y sagaz descripción de la ceremonia religiosa, pero, ¿y la comida? ¿No hubo comida? Con lo que abre el apetito ver al cura hartarse de pan y vino a esas horas.
Por otro lado, la "tradición" esa del maniquí y la habitación del infante, será de algún pueblo alejado del Cap i Casal, porque a mí (y a los centenares que he consultado) no me suena de nada.
Como los budistas se enteran de esto, crean una ceremonia análoga, ya te lo digo yo...
Este es uno de esos eventos en los que siempre, siempre, siempre, tuve claro qe lo único que importaba era el dinero.
De todas las ceremonias a la que más le tenga tirria es a las comuniones. Me parecen lo peor, pero es un asunto mío.
Lo de la habitación nueva y maniquí se hace y se ha hecho en muchos pueblos de Valencia. No es un asunto raro (tambien me parece lo peor). Aun recuerdo ver en escaparates de tiendas de ropa el letrero " se alquilan maniquies para comuniones"
Lo de las comuniones no tiene nombre, hace poquito también asistí a una y xddd cada vez que lo recuerdo me sale de la boca que a mi hijo no le someto a semejante teatro y mientras allí me espera la mirada inquisitoria de mi suegra que sin decir nada dice claramente: por encima de mi cadaver... aissss la que voy a liar yo con la familia política cuando me toque lidiar este toro.
Mi hermana, que es la que ha estado estos días metida en estos fregados, fue la que me contó lo de la habitación, el traje y los regalos ya que le tocó ir a un par. Y fue en el Cap i Casal.
Y comer comimos bien. Y cenar no cenamos. No hizo falta.
Si alguna vez llego al poder me pasaré el día prohibiendo y suprimiendo cosas de manera arbitraria. Y una de las cosas que prohibiré será el vídeo. Cada vez que veo a un tío con una cámara me pego a su espalda, no vaya a ser que tenga intención de sacarme. Y verme en vídeo me produce una vergüenza horrorosa. Para verme con veinte años menos.
Y mi comunión fue una comunión minimalista. Entonces se ve que era posible. Aunque, claro, cuando yo hice la comunión Franco todavía estaba vivo. Si es que soy viejo de cojones, la leche.
Jo lo que hubiera hecho Buñuel sí se hubiera enterado de esa tradición valenciana, no digo ya Berlanga sino el mismo Buñuel.
Algo bueno que tiene la crisis es que tienes la excusa perfecta para no hacer nada "Sister ¿vendras a las comunión de Cristinita?" "Lo siento, no tengo dinero".
Arual sí consigues saltarte el rito tendrás mi respeto aunque yo apuesto a que no lo conseguiras.
Ojalá esos niños y niñas que estos fines de semana pasados han lucido sus trajecitos y minivestidos de pre-novia asumieran esos valores cristianos que presuntamente se transmiten durante la cataquesis y los lleven a cabo en su día a día. Lástima que lo que habrán asimilado será la hipocresía de vivir una tradición religiosa por la fiesta en sí, por el aparentar, los regalos y el narcisismo que genera el excesivo protagonismo a los que se le somete el día de la comunión.
Aru, si en tus convicciones no entra inculcar una religión a tu hijo, espero que ganes esa "batalla" contra tu suegra. Se ponen emotivas y se termina cediendo por "hacer feliz" a la abuela, etc... ¡¡Se fuerte!! :D
la tercera opción es encomendarte a la acupuntura o algún naturópata o algo de eso...(y la lobotomía, no hay que descartar esta eficaz alternativa)
Jaramiel= la resistente (mis niños no van a hacer la comunión. Con la primera ya lo hemos conseguido sin grandes aspavientos por parte de nadie. Ella ha aceptado quedarse sin Nintendo pero que su papá siga siendo el mismo, que lo de ser hija de un tal Dios que no conoce de nada le da un poco de temor reverencial).
Yo, en cambio, sí que hice en su día la comunión (entonces era algo sencillito), pero recuerdo los 3 o 4 días de angustia que pasé cuando la catequista nos informó de que Dios veía todo lo que hacíamos, y parece ser que no había ángulo muerto para esconderse :)
Jaramiel,
La segunda comunión: esa gran desconocida.
Yo pasé miedo entre mi primera confesión y mi primera comunión. Yo creo que no respiré aquellos dos días por temor de no llegar inmaculado al gran día. Y también pasé miedo cuando murió mi abuela paterna. Nunca me impresionó demasiado que Dios lo supiese todo y me viese siempre. Pero que me viese mi abuela...eso era otra historia.
Pi, la catequesis está muy bien pero la educación la dan los padres (y la suegra de Arual). Y la Iglesia tal vez no debiera prestarse a ciertas cosas. Hay gente que el único día en su vida que pisa una Iglesia se lleva allí hasta al Orfeón Donostiarra para que le amenice y epatar al resto. Pero no quiero meterme en un jardín que tampoco tengo yo la verdad absoluta.
La educación la dan los padres, efectivamente, pero imagino que esos mismos padres que llevan a sus hijos a catequesis pretenden inculcarles unos valores cristianos, ¿no? Lo que paradójicamente acaba siendo en realidad el pretexto para alcanzar un único objetivo: Los ansiados regalos del día de la comunión...
De ahí mi queja.
Y yo tampoco tengo la razón absoluta, ni tan siquiera luta, pero por lo general suele ser así... vamos que toda la parafernalia de las BBC me repugna bastante, sobretodo si para colmo el concepto del acto queda completamente hueco.
Para los padres que pretenden hacer un bodorrio de una comunión la catequesis no es una escuela de valores sino un trámite, un medio, la tasa a pagar. Los valores son lo de menos si sólo se explican y no se viven. Y para mí no son sólo los regalos y el dinero. En ese aspecto son mucho más negocio las bodas que las comuniones. Pero la vanidad mueve el mundo, no lo olvides. Casi tanto o más que el dinero.
"En el quicio de la puerta estamos su mare y yo, con lágrimas en los ojos y risa en el corazón"
Que bonita letra.Que rollo las comuniones.
Juanito, por tu culpa pagaré pincho moruno con botellín, pero lo pagaré bien a gusto.
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