lunes, 25 de abril de 2011

Sobre Hobbes y los faralaes

Circulan correos electrónicos periódicamente que definen nuestra generación como una generación de supervivientes. Lo argumentan contando todo aquello de las tres horas de digestión, lo de una familia de seis personas viajando en un R-12 sin cinturón de seguridad ni sillitas de bebé y todas esas cosas. Suelo ojearlos por si acaso encuentro algo nuevo y siempre me dan la sensación de estar incompletos pues nunca hacen referencia a la música que sufrimos. Y si de algo podemos estar orgullosos los de nuestra generación es de ser supervivientes musicales. No atacaré a la música de los ochenta pues esa es una cruzada personal, pero me viene a la memoria todo el calorreo que nos tocó padecer con Los Chichos, Los Chunguitos y Los Calis. Recuerdo la explosión de la rumba, primero con Rumba 3, Bordón 4, Su Puta Madre 5 y similares y luego con Los Manolos. Más tarde vino lo de la salsa, el millón de ediciones del Caribe Mix y todo lo que llevaba la etiqueta de “lo latino” que era para abrirse las venas. Y no sé cuántas ediciones hubo del Max Mix. Y la música étnica. Y el mestizaje. Y el gregoriano. Y Luis Cobos. Y en una ciudad grande uno puede elegir los garitos que frecuenta y la música que quiere escuchar (a pesar de que de vez en cuando tocaba hacer alguna concesión). Pero en el Secarral teníamos sota, caballo y rey. Bueno, mejor dicho, sota y caballo. Y si uno quería tener vida social y estar con sus amigos tenía que transigir y comulgar con ruedas de molino y tragarse toda la música que sonaba. Y, visto con el tiempo, tal vez así se forjan los caracteres pues no era fácil mantener una conversación animada y tratar de ser ingenioso mientras sonaba de fondo “El tractor amarillo” o “Sopa de caracol” (what a very good soup). Requiere una capacidad de abstracción enorme y unas tragaderas del tamaño de la catedral de Burgos. Nosotros no hemos vivido una guerra ni hemos pasado hambre mas algunas canas y algunas arrugas sí que nos las ganamos a pulso.

Y no he hablado de lo peor. Porque lo peor que viví en todos mis años de vida nocturna fue cuando se pusieron de moda las sevillanas. Era superior a mis fuerzas. Yo me quería morir. Ver en pleno secarral conquense a la gente entrar en éxtasis y empezar a hacer el mono cuando sonaban era algo de vergüenza ajena. Recuerdo a T., un ínclito amigo nuestro que, tras casarse, dejó prácticamente de hablarnos pues nos consideraba unos inmaduros, que no es que levitase con las sevillanas, sino que después nos venía todo sudado teorizándonos sobre las diferencias entre las sevillanas de Los Fulanitos frente a las de Los Menganitos, que requerían una técnica especial sólo al alcance de los elegidos como él. Como si nos importase. Hacía referencia el otro día Jaramiel a Hobbes y a su teoría de que todos los hombres son iguales entre sí en facultades mentales. Yo no era ni soy igual que aquellos que bailaban sevillanas. Es cierto que estaba ahí, que no me fui, que aguanté, que soporté la vergüenza. Es cierto que una vez bailé la “Macarena”. Pero nunca bailé sevillanas, y mis facultades mentales no son las mismas que las de aquellos que se licuaban bailándolas en pleno secarral conquense.

Aunque tal vez sí que las sean pues me quedó una rémora. Un estigma. Cada vez que me tengo que enfrentar con algo o con alguien, cada vez que tengo un marrón laboral, cada vez que hay algo que he de hacer y que no me apetece, cada vez que llega un momento que he de dejar de posponer las cosas o cada vez que, corriendo, tocan series empiezo a tararear –mírala cara a cara que es la primera. Y el caso es que funciona, no sé si porque me da la risa, no sé si porque se desdramatiza todo o porque me da mucha grima si sigo cantando, pero funciona. Y a veces incluso me entran ganas de dar las gracias por las sevillanas. Pero no. Eso sí que no.

10 comentarios:

Álex dijo...

Nosotros somos más chulos y organizamos nuestra propia Feria de abril. De hecho, me has dado pie a escribir una entrada comentándolo.

el Sr. Skywalker dijo...

Cuando corro suelo llevar a Garbage, Green Day, Franz Ferdinand, no sé, cosas con marcha que te ponen las pilas. En la Sansilvestre Vallecana suena Highway to Hell y el que no corre con eso es que ya está muerto.

Pero, sevillanas, Impenitente ¿sevillanas?

Y luego el que está disperso y mal es un servidor.

Anónimo dijo...

Impenitente, me alegro mucho de que hayas holgazaneado tanto estas vacaciones (decía Hobbes que el ocio es la madre de la filosofía...y tú has terminado disertando de sevillanas. Tela.)
Jaramiel

Anónimo dijo...

Por cierto que también decía que la risa es el triunfo de nuestra superioridad (y yo me he reído bastante; ahora que venga cualquier psicólogo y me lo explique)
Jaramiel,

Arual dijo...

Es así, tal como lo describes, pero podemos estar orgullosos de haber sobrevivido a toda aquella música. Recuerdo que hubo una época que me daba tan mal rollo la música que me negaba a salir de fiesta en el pueblo porque cuando salía por Zgz al menos iba a sitios donde me ponían Oasis, Suede o Garbage y me lo pasaba muy bien y claro llegaba al pueblo salía al pub y alé sonaban "Los Manolos" y me daban unas ganas echar a correr y no parar hasta el polo Norte terribles.

SisterBoy dijo...

Ah ingenuo, si hubieras crecido en "los cuatros riscos" (ya puestos a ponerle motes a los pueblos yo he elegido este para el mío) no hubieras podido escapar al "sonido gomero", movimiento musical que nació, creció y -espero que muy pronto- morirá sin salir de los límites de la isla y sus enlaces por ferry. He aquí un ejemplo.

http://www.youtube.com/watch?v=lF2fKsNKgvw

Peri Lope dijo...

Tenías que venir a mi pueblo para que supieras qué es mala música. Olmedo, la ciudad de los hosteleros horteras. Hoy en día es aún fácil encontrar por aquí esa música que tú consideras de allá o de otro tiempo. Si algún día vienes me pones un mensaje y la cerveza nos la tomamos en casa del librero que, en el fondo, es majo.

El Impenitente dijo...

La próxima San Silvestre me voy contigo, Skywalker. Cuando yo paso sólo suenan versiones infames (desde reggae hasta chill-out) de una canción infame de título "Pongamos que hablo de Madrid" (que a ti te gustará, supongo).

No he holgazaneado mucho esta Semana Santa. Más bien cambié de cansancio, que es de lo que se trata. Y ya veo que Hobbes es de esos personajes que sólo emitía sentencias y al que, a partir de ahora, atribuiré todo lo que se me ocurra para que nadie me discuta. (Como diría Hobbes, el patio de mi casa es particular).

Sisterboy, después de ver el vídeo estoy a punto de viajar a las islas para empaparme del sonido gomero. Pero a punto. Me falta, como diría Hobbes, el canto de un duro.

Peri Lope, en Valencia de música hortera también sabemos un rato. Y la cerveza no es mala. Y te puedo asegurar, como decía Hobbes, que la distancia entre Valencia y Olmedo es exactamente la misma que entre Olmedo y Valencia. Si paso me acercaré (es una pena que ya no me queden bodas de mis primos de Valladolid). Si vienes tráete al librero.

Altosybajos dijo...

Me has traido recuerdos que creía olvidados.
Soy un pésimo melómano pero hay recuerdos musicales grabados a fuego que todavía me duelen.
Puestos a confesar, confesaré que incluso intenté aprender a bailar salsa.
Afortunadamente mi torpeza hizo desistir a los que lo intentaron.
Mis mejores recuerdos coinciden con los garitos donde sonaba sin parar "Radio Futura".

El Impenitente dijo...

Altos y Bajos, dice Ana que ha cambiado su concepto sobre ti.

No es difícil en las bodas y similares averiguar quiénes han aprendido con un tutor a bailar salsa o bailes de salón. Resultan todos clónicos, de un academicismo perfecto.