domingo, 3 de octubre de 2010

Lützowplatz


Volveré a repetir aquello de que me gustaría disponer del dinero suficiente para poder comprar mi tiempo. Y emplearía mi tiempo en viajar todo lo que pudiera. Me gusta viajar. Me gusta mucho. Me gusta que pasen cosas y cuando uno está fuera todo son cosas. Me encanta no saber dónde estoy. Me encanta la sensación de estar en un lugar donde nunca había estado antes. Me encanta estar perdido. Me gustan los aeropuertos. Me sigue pareciendo inverosímil que los aviones lleguen a su destino. No me refiero a que no sea un medio seguro de viajar, sino que cuando uno se sube a un avión con destino a Berlín, al aterrizar éste…¡coño! ¡Si es Berlín! ¿Cómo lo hacen? ¿Es que nunca se equivocan? Es increíble. Me gustan los hoteles. El buffet de los desayunos debiera ser declarado patrimonio de la humanidad y protegido por la UNESCO. Y todo el mundo es tan amable, tan atento, tan cordial, tan elegante, tan cosmopolita. Me entristece comprobar la pequeñez del ser humano. Uno se sube a un avión siendo un cretino ignorante y al aterrizar en un país distinto con una cultura y un idioma diferente sigue siendo el mismo cretino ignorante. El hombre, de serie, debiera mimetizarse con el entorno y al llegar a Alemania saber alemán de corrido sin necesidad de haber estudiado. Nada de prepararse un viaje. Nada de aprender idiomas. Uno despega siendo español y debiera aterrizar siendo alemán o lo que interese o convenga. Aunque lo de ser un ignorante también tiene sus ventajas. En los museos prefiero el edificio que los contiene al contenido, así que procuro no entrar (aunque el de Pérgamo impresiona), me recreo por el exterior y eso que me ahorro. Y el metro es gratis. A lo mejor no lo es, pero como no entendíamos lo que ponía en la maquinita para pagar pues tuvimos que colarnos una y otra vez puesto que apenas hicimos progresos con el idioma. Y está bien sentirse trasgresor cuando todo el mundo está parado en un semáforo pese a que no viene ningún coche y tú cruzas en rojo derrochando donaire. Y el apetito que te entra. Cosas que uno no se atrevería a comer en casa fuera las devora y las saborea. Lo que divierte viajar. Lo que entretiene. Lo que te aporta. Me gusta. Me gusta mucho.

9 comentarios:

Arual dijo...

Suscribo cada una de tus palabras y sabes bien que te lo digo seriamente... VIAJAR... es lo mejor de lo mejor!! Y bueno en Berlin tengo ahora a mi prima de Erasmus y no para de repetirme que le haga una visita, pero la verdad tal y como están ahora las cosas creo que lo tendré complicado... snif...

Slim dijo...

es una pena porque berlin es una ciudad que merece la pena visitarse, a mi desde luego me encantó el ambiente, las calles, la gente y es el unico sitio en el que la lluvia no me molestó!!
con ganas de volver, vaya.
espero que cuentes alguna cosa mas de berlin, que lo de que te encanta viajar, ya lo sabiamos!!

Alex Maladroit dijo...

''A lo mejor no lo es, pero como no entendíamos lo que ponía en la maquinita para pagar pues tuvimos que colarnos una y otra vez''. No, no, imposible que seas alemán, eres todo un hombre del secarral.

Generas cierta envidia en mí, yo también quiero presenciar un bufet de desayuno. Tanto como si es en Berlín como si es en Mieres del Camín.

El Impenitente dijo...

Cuatro días en Berlín y no vimos ni el cielo ni el sol. La lluvia no nos paró. ¿Molestar? Correr un maratón con lluvia puede ser molesto de tobillos para abajo.

Pensaba escribir sobre el maratón de Berlín y qizá comentar algo más sobre la ciudad.

Arual, si tienes oportunidad de ir a Berlín no la desaproveches. Merece la pena. Y con muchas ganas de volver también.

¿Presenciar un buffet? Un buffet no se presencia. En un buffet uno se pierde y no lo encuentran hasta cuatro días despues con todas las arterias embozadas.

GARRATY dijo...

El bufet del desayuno es el mejor invento desde la rueda.

Y dudo que sea posible aterrizar en Berlín sabiendo alemán. De hecho, dudo que los propios alemanes sepan hablarlo.

Anónimo dijo...

"¿Me puede dar un billete, de metro por favor?". No,eso no aprendimos a decirlo

El Impenitente dijo...

Sólo los premios Nóbel son capaces de aprenderse los nombres de las calles en Alemania.

GARRATY dijo...

Ha llegado la hora de quitarse la careta. Que el mundo entero sepa que la máquina expendedora de billetes tenía opción de elegir idioma e incluía, asombremonos, el español. He dicho.

El Impenitente dijo...

Se ve que no tuviste bastante con la policía de tráfico italiana. Dentro de poco la polizei estará llamando a tu puerta. Y no crea que sea para felicitarte las pascuas.