Basura me volví

Cada vez se están construyendo más plantas de tratamiento de residuos. Se licitan en régimen de concesión, se levantan, se recogen las basuras, se tratan y se obtienen subproductos para el compostaje y reciclados de plásticos, aluminio, vidrio, acero, cartón, etc. Es negocio, es ecológico, es sostenible y todos tan felices. Parte de culpa de que me haya quedado sin vacaciones este verano la tiene el hecho de que estamos fabricando estructuras para el soporte de maquinaria (aquí una parada para respirar) en una de estas plantas que se está construyendo en la provincia de Valencia por una empresa bastante fuerte de la Comunidad que, además, se hará cargo de la gestión de dicha planta.

A nosotros nos contrata una empresa extranjera. Su personal en obra es español aunque la matriz está en una capital europea donde hablan muy bien el italiano y donde conducen fatal. De vez en cuando el gran jefe se aparece en carne mortal y viene a visitarnos siempre acompañado por su séquito. Nos saluda, nos aprieta en precio y en plazo, nos habla de innumerables proyectos para el futuro y hasta su próxima aparición. En su última visita uno del séquito era el responsable técnico de la planta y miembro de la constructora, a quien ya conocía de haberlo visto en obra. Estuve charlando un rato con él sobre el futuro de la planta, las perspectivas de producción y esas cosas. Soy bastante curioso y cuando hacemos algo me gusta saber para qué va a servir. Terminando la conversación, justo antes de despedirnos, me dijo:

-Te veo de vez en cuando por el cauce del Turia.

-Vaya, ¿tú también corres?

-Pues sí. Me gusta. En mi empresa hay mucho ambiente corredor y si no haces medias maratones no eres nadie, así que empecé un poco por obligación y la verdad es que le he cogido el gustillo. Estoy saliendo unos tres días por semana. ¿Y tú?

-Yo soy un machaca. Yo salgo cuatro o cinco días, según la época. Y preparo un maratón al año. Bueno, este año dos pues dentro de unos días me voy a Berlín, aunque realmente a lo que voy es a Berlín y el domingo por la mañana pues saldré a correr. Voy a vivir la carrera desde dentro y a acompañar a un amigo, que quiere hacer tres quince.

-¿Tres quince?

-Sí.

-¿Y le vas a acompañar?

-Sí.

-¿Qué marca tienes tú en maratón?

-Dos cincuenta y uno.

-¿Dos cincuenta y uno?

-Y uno diecinueve en media.

-Pero…tú…tú…tú...tú...tú eres la leche, tú eres un fenómeno, tú eres un monstruo, tú eres una bestia, tú…tú...tú...

Cuando vi cómo empezaba estuve a punto de protestar. El hecho de que yo quede en las carreras por delante de la mayoría no quiere decir que sea bueno. Los buenos buenos se están duchando cuando llego yo a meta. Pero luego pensé –qué pijos, una cosa así ocurre sólo una vez en la vida. Y mi ego y mi vanidad están en ayuno permanente, así que le dejé en su fervor. De repente se giró y empezó a decirles a los demás mientras me señalaba.

-¡Es un sub tres! ¡Es un sub tres! Vosotros no tenéis ni idea de lo que esto significa pero es que ¡este tío es un sub tres!

Como ya lo vi demasiado alterado le pasé la mano por encima del hombro, le estreché con fuerza, le firmé un par de autógrafos y le dejé jugar con mi llavero.

Cuando ya se fueron me quedé pensando que si las cosas vienen mal dadas y me tengo que ir al paro lo que haré será enviar un currículo a la constructora que está haciendo la planta. No creo que haga falta que indique ni mi formación ni mi experiencia. Bastará con que ponga mis mejores marcas. Me contratan seguro.