viernes, 2 de julio de 2010

Son los dioses, nano. Los putos dioses

El Sábado Santo, en el secarral, nos vamos a comer al campo por mucho frío que haga y aunque caigan chuzos de punta. Siempre fuimos el grupo de amigos y seguimos yendo, ahora acompañados por las familias. Por la mañana nos vamos a rebuscar ajos tiernos y hacemos la compra con multitud de paradas tomando cañas. El menú es invariable: revuelto de ajetes tiernos y, con las brasas y salvo el entrecejo y los andares, luego nos asamos prácticamente un cerdo entero por partes. Dieta mediterránea. También forma parte de la tradición que, después de comer, aparezca Kas con unas cuantas garrafas de resoli, por lo que las sobremesas se suelen alargar, especialmente si queda buena tarde.

De sobremesa estábamos plácidamente charlando el Senséi, GV, Chenel y yo (los cuatro del sesenta y seis. Gran año aquel) con nuestros vasos de resoli sobre la edad, la crisis y el quién te ha visto, quién te ve cuando, como quien no quiere la cosa y con su sonrisilla socarrona en la boca, el Senséi dejó caer una carga de profundidad: –Pues AC/DC toca en Sevilla a finales de junio.

No soy mucho de AC/DC. Me gustan, he oído sus discos y siento gran respeto por ellos. Disfruté mucho leyendo a Álex y su crónica del concierto de Bilbao. También sentí envidia por el entusiasmo contagioso del mismo Senséi y Tomás climaterio cuando me contaban el concierto del Calderón (En el Calderón toca AC/DC. En el Bernabéu, Julio Iglesias. Los cosas nunca suceden porque sí), pero como para ir hasta Sevilla pues no. Un palizón y un pastizal, así que contesté:

-La verdad es que me apetece mucho.

Don’t blame it on sunshine. Don’t blame it on moonlight. Don’t blame it on good times. Blame it on the resoli.

Finales de junio. Estadio de La Cartuja. Nueve y media de la noche. Allí estábamos sentados comiéndonos nuestros bocadillos y con nuestras cervezas el Senséi, GV, Chenel (fabuloso responsable de la intendencia. Gracias, Chenel) y yo mismo. Estaba emocionado. Subido en el graderío miraba hacia abajo y pensaba: ahí hizo record del mundo Michael Johnson de cuatrocientos. Ahí entró vencedor de su segundo mundial de maratón Abel Antón (en la última edición de la Behobia le metí treinta segundos a Abel Antón. Ya que puedo presumir, presumo). Ahí despreció El Guerrouj un record del mundo de mil quinientos en una de las carreras más bonitas que yo haya visto. También ahí se jugó la final de Copa del noventa y nueve, pero ¿quién se acuerda de la final de Copa del noventa y nueve?

El espectáculo era fabuloso. Gente de todas las edades con sus camisetas negras. Familias enteras. Padres con sus hijos que eran auténticos anuncios de –no tiene precio. Bastante caótico el acceso, con el correspondiente hacinamiento, rodeado de gente que, con el porro en la boca y el mini de cerveza en la mano, utilizaba palabras tan extrañas como por favor, disculpe y gracias. La pista estaba llena. El graderío, casi lleno. Un estadio a reventar para ver un concierto. Aquello era algo que nunca había vivido. No sabía si el concierto me iba a gustar o no. Tenía claro que, independientemente de la música, el vivir algo así iba a merecer la pena, así que me preparé para contemplarlo.

Diez y diez de la noche. Se apagan los focos y comienza un vídeo de dos rombos. Pirotecnia y al ataque. Rock’n roll train. Me pongo en pie. No me senté en las dos horas siguientes. A hacer puñetas la actitud contemplativa. Angus Young no me dejó.

No tiene AC/DC ninguna canción que te dé tregua, que te dé un respiro. La sensación, la misma que contó Álex: metí los dedos en un enchufe y me tiré dos horas cantando, gritando, saltando y bailando. Sin parar. Y no fui el único. Ver un estadio entero patas arriba impresiona. Ver a más de sesenta mil tíos entregados impresiona. No sé cuántos conciertos llevan en esta gira AC/DC pero son muchísimos. Seguro que repiten el mismo concierto una y otra vez. Pero en ningún momento uno tiene la sensación de estar viendo a unos funcionarios tocando (con perdón a los funcionarios) de memoria. Cincuenta y cinco años tiene Angus Young, pero el palizón que se pega ese tío en el escenario es increíble. Angus sabe lo que la gente quiere y se lo da. Y la gente va a ver a Angus porque éste nunca falla. Nunca. Porque Angus es de una honestidad pasmosa aparte de un fenómeno y de todo lo que se pueda decir de este tío. Nos dijo el Senséi que tras cada concierto se mete dos bombonas de oxígeno entre pecho y espalda para poder recuperarse (a la mayoría del público tampoco le hubiese venido mal el oxígeno). No lo sé. Lo que sí sé es lo que vi y todavía tengo la boca abierta y dudo mucho que la cierre alguna vez.

Dos horas duró. Dos horas que pasaron como una exhalación. No nos hubiese importado una hora más. Nos hubiese encantado. Salimos del estadio con la sensación de haber vivido algo fabuloso y con la convicción de que si los AC/DC volviesen a salir de gira y pasasen por España, sea en Tarifa, sea en la Estaca de Bares, allí estaremos.

P.D. Va por ti, Senséi.

7 comentarios:

Juan Rodríguez Millán dijo...

¡Cómo se nota que disfrutaste, sí...! Mi reino por esos pequeños respiros de felicidad que uno encuentra en los lugares en los que menos se lo hubiera esperado.

Me encanta ese menú campestre, por cierto...

Y, vaya, me temo que me acuerdo de la final de Copa del 99... Ese no forma parte de mis dramas deportivos, no, pero qué asco tener memoria para ciertas cosas...

El Impenitente dijo...

La final del 99 no fue ningún drama. Era una masacre anunciada. Me fui de Valencia. No quise estar aquel día aquí.

Y estamos en semifinales.

Slim dijo...

y yo que queria verte con la camiseta y el mini de cerveza!jo!

la sensacion que describes la he vivido yo alguna vez, no con ACDC, pero la verdad es que da igual, igual de genial! pasar dos horas en un concierto de unos tios que te encantan, y botar, cantar, bailar, eso si que NO TIENE PRECIO.

Y en semifinales, si, si, si, si que estoy ahora feliz, feliz, que ganas de que llegue el partido

Álex dijo...

Me alegro de que me hicieras caso y fueras a verlos, aunque fuera un año después. Estos tíos no decepcionan a nadie.

Y estamos en semifinales. Contra Alemania. Y todavía no hemos jugado un partido redondo.

El Impenitente dijo...

En cuanto reciba las fotos del concierto te las envío, Slim. No padezcas.

Álex, nunca es un año después si la dicha es brutal.

SisterBoy dijo...

Jo y pensar que la primera vez que vi a ACDC fue en Aplauso y en playback (fue el último concierto de Bon Scott), incluso así me dejó impresionado. No creo que fuera a verlos ahora, de hecho ahora mismo no creo que fuera a ver a nadie pero si se me pasa la vagancia los apunto en la lista.

¿A qué sabe el resolí?

El Impenitente dijo...

¿El último concierto de Bon Scott fue en Aplauso? Raro es que no esté ultramitificado dicho momento.

Podría decirte que el resoli sabe a embrujo de caída de sol con aroma de mieses recién segadas en tardes de estío a resguardo del viento solano, pero no. El resoli sabe a resoli. Te adjunto su composición, para que te hagas una idea.

http://es.wikipedia.org/wiki/Resol%C3%AD