martes, 1 de junio de 2010

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Mis padres están ya rondando los setenta y cinco años. Se han hecho mayores y, la verdad, empiezan un tanto a chochear. Mi padre nunca dejará de intentar meterse y disponer en la vida de sus hijos y mi madre nunca dejará de tratar de organizar el tiempo de los demás ni de hacer cordilleras de minúsculos granos de arena pero, así como antes me enervaban constantemente, cada vez me cuesta más enfadarme con ellos. Cada vez me resultan más tiernos, más entrañables. Se han hecho mayores y, a lo mejor, yo también.

Lo que si tienen los dos es muy buena salud. Mi madre muy rara vez ha estado enferma. Mi padre de vez en cuando agarra algún constipado. Entonces se mete en la cama y ve la luz al final del túnel. Luego nos llama a todos y cada uno de sus hijos y nos hace partícipes de sus últimas voluntades. Se enfada mucho porque nos da la risa. Y luego se enfada muchísimo más si no llamamos cada cuarto de hora preocupándonos por el devenir de su desgracia. Si llamamos y coge el teléfono mi madre, se acerca y tose mucho y muy alto, para que veamos lo malísimo que está. Dos días después nos llama para tranquilizarnos. Está mejor. Ha vuelto a esquivar a la muerte. Esta vez ha pasado muy cerca. Quizá la próxima vez no lo consiga.

Teníamos boda un viernes en Valladolid de una de mis primas. El martes mi padre se despertó con la nariz taponada. Al instante se incorporó y se puso a jugar al ajedrez con la muerte. Después llamó a mi madre y con profunda gravedad le comunicó que, en el improbabilísimo caso de que estuviese vivo el viernes, no podría asistir a la boda pues no iba a estar recuperado.

-Mejor habla con tus hijos y te vas con ellos.
-No. Yo sin ti no voy. Sola no voy a ir. No voy a ir a una boda como si fuese viuda. Ya tendré tiempo para eso.
-¿Cómo que ya tendrás tiempo para eso?

La recuperación más fulminante en la historia de mi padre.

12 comentarios:

Arual dijo...

Jajaja!! Qué bueno tu padre en ese sentido se parece al mío.
Hiponcondríaco es su segundo nombre. Cada vez que se siente mal es todo un poema, pone cara de sufrimiento máximo, nos mira como si ya no nos fuera a volver a ver jamás, gime más de lo habitual. Y eso que afortunadamente jamás ha tenido nada grave. Así que yo siempre le digo lo mismo: "Papi el día que vaya en serio la cosa no te vamos a creer". Le pasará como a Pedro y el lobo que se iba a comer sus ovejas...

Arual dijo...

Todo lo contrario que mi abuelo, en paz descanse, que en las mismas puertas de la muerte y el pobre hombre no paraba de decir que estaba bien... qué admirable!

GARRATY dijo...

Mi padre no ha ido jamás al médico, y no porque no lo haya necesitado. Lo suyo es un caso de aversión pura y dura.

Recuerdo un ocasión en que me llamó mi madre preocupadísima porque creía que le había dado un ictus o algo parecido. Tenía media cara paralizada y no podía vocalizar. Cuando acudí para llevarmelo a urgencias se negó porque decia que si se recolocaba bién el bigote casi no se notaba que tenía un labio colgando.
Cuando por fín fuimos al hospital, a la fuerza, se pasó la tarde peguntando a las enfermeras si podía salir a fumar, eso mientras estaba tumbado en una camilla enchufado a un monitor y con un gotero puesto en el brazo.

Alex Maladroit dijo...

Buenísima, tu anecdotario me obliga a citar mi anecdotario. Mi padre hace exactamente lo mismo que el tuyo, pero con 20 años menos, ¿tu padre también es de los que se quejan pero no toman la medicación?.

Ana dijo...

No, el se queja, se toma las pastillas, se queja, te mira, se queja,mira a sus hijos, se queja, mira a sus yernos,éstos pasan, se queja, mira a su nuera, se queja,ella le mira a el, y se resigna a oir sus quejas.

El Impenitente dijo...

Mi padre lleva toda la vida ensayando para cuando le pase algo realmente grave o terrible, lo cual me hace sospechar que, cuando llegue ese día, se desmoronará.

Más sobre mi padre. Una de sus frases favoritas es -los médicos no tienen ni puta idea. Pero es muy obediente y disciplinado con todo lo que tiene que ver con la farmacopea y su consumo.

El de la aversión a los médicos soy yo. De hecho hace mucho que decidí no ponerme nunca malo por no tener que verles la cara. Si siento algún malestar o molestia, pues viva la automedicación. Beneficio puro para los laboratorios y farmacéuticos sin tener que pagar comisión a los médicos.

Es que las quejas de mi padre nos las sabemos muy bien. Son ya muchos años.

cucumber dijo...

Sabrás, que los hijos estan condenados a parecerse a los padres, no? Un día nos miramos al espejo y estamos viendo a nuestro padre. A mi me pasa, supongo que es ley natural.
Salud a tu familia y a ti tambien.

SisterBoy dijo...

Ese les entierra a todos, ya veras

El Impenitente dijo...

Condenados, efectivamente. Me pasa igual cuando me miro en el espejo, lo cual tiene sus ventajas pues ya sé cuando tendré el pelo blanco y cuando mi pelo empezará a desertar de la coronilla.

El Impenitente dijo...

Me he dejado un par de cuándos por acentuar en el comentario anterior. Señor Blogger, ¿a qué instancias he de recurrir para que me permitan corregir el desaguisado?

3'14 dijo...

Mi padre era de los que nunca iba al médico, tampoco era de los que se quejaba. Un día fue y, dos meses después estaba muerto... Hay aun quien dirá: lo ves..si no hubiera ido... Otros pensamos: Si hubiera ido antes...
Entre la hipocondría y desatender uno su salud hay un amplio campo de posibilidades.

El Impenitente dijo...

Hay un amplio campo pero discutible. No quisiera ponerme solemne, pero es un dilema. La medicina te estira la vida pero, a veces, en unas condiciones penosas. ¿Merece la pena? Allá cada uno si le compensa o no.