domingo, 6 de junio de 2010

El Montgó y los estados de la mente


Lo que se ve en la foto es el Macizo del Montgó. Podríamos decir de él que es un parque natural. Podríamos hablar de su orografía, de su flora, de su fauna. Podríamos tratar incluso de su cultura. Mucho rato podríamos estar hablando sobre el Montgó. Pero el Montgó es principalmente una cosa, sólo una: el Montgó es la realidad.

En el puerto deportivo de Denia está amarrado un yate de dos pisos y veintiún metros de eslora, con cuatro camarotes y los lujos propios de quien puede permitirse tener y mantener un yate de veintiún metros de eslora. El yate tiene su capitán y su tripulación y un nombre de dos sílabas. La primera es to. La segunda es gay. En un yate con ese nombre nos metimos diecinueve tíos, corredores casi todos. El destino era Formentera.

Partimos de Denia. Hablaras con quien hablaras la conversación era siempre la misma: yo he nacido para ser millonario. Podría acostumbrarme a este tipo de vida perfectamente. Atiborrado a biodraminas me subí al puente y me dediqué a abrasar a preguntas al capitán, un tío encantador que no sé cómo no me tiró por la borda. A nuestra espalda el Montgó. La gente comenzó a esparcirse. Alguno se durmió. Algún otro sacó la cabeza por la borda y se dedicó a llamar a Raúl. Yo me notaba el cuerpo raro, pero aguantaba. El Montgó estaba más lejos. El Presi se había presentado con vino, jamón y queso y empezaron a sacar platos. Vi que tenía hambre. Muy malo no debía estar. El vino estaba bueno. Cosecha de no sé cuántos de la Ribera del Támesis verdadero ejemplo de ambrosía y pundonor. Muy rico. El queso estaba excelente. Obtenido de la leche de los mismísimos rebaños de Anubis criados en la meseta esteparia bajo estricta observancia de su preparador físico personal y curado por el doctor Barnard. Pues comeré más. Oye, este jamón está muy rico. Toma, como que es un Joselito. Y eso, ¿es bueno o es malo? ¿Que no sabes qué es un Joselito? Un ruiseñor canijo. ¿Y tú dices que has nacido para ser millonario? Bueno, pero es que a los millonarios del secarral conquense no se nos hace el culo gaseosa con estas cosas. Somos más de la panceta y el forro de cabeza. Qué pena. Qué pena. Vale, vale, pero acércame el plato que todavía queda.

El Montgó a nuestra espalda cada vez se veía más pequeño. Frente a nosotros comenzó a aparecer Ibiza, el peñón de Es Vedrá y, a la derecha, Formentera. Con el estómago lleno sentado en la cubierta notaba cómo la realidad se diluía y todo era ficción. No me molestaba ni en pellizcarme. Poco a poco fui tomando conciencia de que aquello no podía ser más que una ensoñación. El Montgó ni se veía. Ibiza a nuestra izquierda. La irrealidad. La percepción brumosa de las cosas. Ya ni le preguntaba al capitán. Que nadie me llame por mi nombre. No soy. No estoy.

Llegamos al puerto. Nos instalamos. Recorrimos la isla. Alrededor de la misma se podían ver los más maravillosos azules que haya visto nunca. Nos comimos un arroz con marisco impresionante en un restaurante de nombre poético y evocador (Tanga). En una mesa cercana había una morena italiana de esas que sólo existen en los discos duros de los ordenadores y que viven en los vídeos musicales. No existe en el castellano un adjetivo para poder calificar de manera justa a la beldad italiana. Paseo por las playas de Llevant y de Illetes. Tremenda puesta de sol en Cala Saona. Cena frente a una fiera rubia rizada de labios abrasivos y turgentes pechos hipnóticos ocultos tras un escote del tamaño del Gran Cañón del Colorado. Jorge, Mortirolo y yo cenamos sin hablar. Sólo nos mirábamos y nos reíamos. De hecho, para poder cenar, tuve que quitarme las gafas. Al amanecer intercambiamos saludos con los no corredores. Estos se iban a acostar. Nosotros, a desayunar. Buena carrera, con visita al podio. Nada extraordinario, quizá, pero que ahora, mientras lo escribo, se me aparece envuelto en neblina y no sé si son recuerdos o acaso imaginación, espejismos, delirios, sueños.

Tras la carrera decidimos comprar unos bocadillos y comérnoslos en el barco antes de volver. Salimos del puerto y nos emplazamos frente a la playa de Illetes. Cuando paramos me tiré al agua junto al Presi y Emilio Altos y Bajos. Estaba helada. Fue entrar y salir. El resto comía y se metía con nosotros. –Estáis locos. Reconozco que me bañé no porque me apeteciese sino únicamente para poder contar durante el resto de mi vida –fondeamos el yate frente a la playa y aproveché para refrescarme en aquellas cristalinas aguas. Un poco cursi pero es que los millonarios del secarral conquense somos cursis y avezados marineros.

El viaje de vuelta fue lo que fue. Estaba cansado. Dormité un rato. Me subí a la cubierta. El Montgó apareció a lo lejos. Lo miraba. Poco a poco volví a tener nombre. De repente era domingo por la tarde. El Montgó estaba más cerca. Ya no era millonario. Al día siguiente era lunes. Los millonarios no tienen lunes. Yo sí. Me sorprendí pensando en el trabajo. Llegamos a Denia. Bajamos del barco. Me despedí del capitán. Le di la mano. Hube de hacer un esfuerzo para no abrazarme a él. Me despedí del barco. Hasta siempre To gay. Hasta siempre. Hola Montgó. Sí, soy yo. Soy yo.

10 comentarios:

G. dijo...

Vaya final más triste Impenitente. La próxima vez encadénate al To Gay. Forma parte de su arboladura. Sé un génova, un foque, un spinnaker. Mimetízate con sus maderas nobles, sus metales bruñidos, sus platos de jamón Joselito.

Como el agua, libérate de las formas. Pon agua en una botella y será la botella. Ponla en una tetera y será la tetera. Sé un tanga, digo agua, my friend.

Alex Maladroit dijo...

Qué feo que para ser rico tengas que comerte ruiseñores. No entra dentro de mi cabeza, yo, el joven adicto a los bocadillos de pollo.

Qué feo, sin duda, comerte ruiseñores canijos.

El Impenitente dijo...

Bocadillos de pollo con bacon, mahonesa, queso y cebolla frita. Si no lo has probado, pruébalo.

G., os invitaré a jugar al futbolín en mi yate. Jugaré encadenado. No se notará mucho la diferencia.

GARRATY dijo...

Cuando empezasteis a planear la carrera de Formentera yo imaginaba un viaje familiar con mujeres y niños y no una despedida de soltero con yate. Tal vez pudiese leerse entre líneas en alguno de los mails pero, como algunos somos bastante cortitos, a ver si la próxima vez somos más explícitos. El año que viene no me lo pierdo.
Una pregunta ¿porque aparece una foto del montgó y no de la morena italiana o la rubia voluminosa?

Anónimo dijo...

Garraty, porque los cortitos son ellos

Arual dijo...

Estupenda crónica de tu escapada a Formentera, mucho mejor que el anuncio de Estrella de 2009!!

Altosybajos dijo...

José. Si, muy espabilados no somos (gracias anónimo, yo también te quiero) pero la era del teléfono móvil llegó hace unos añitos a nuestro país. Preguntar es gratis, de momento.
No todo fue bueno pues el jamón se acabó en el viaje de ida y a la vuelta tocó comer bocata.
En resumen. Espectacular

El Impenitente dijo...

La morena italiana y la rubia volúmica están hechos del material con el que se hacen los sueños. Sólo la realidad se puede fotografiar.

También pensé que el viaje iba a ser así. Luego no, pero me adapté. De todas formas, y aunque no te lo creas, algunos fuimos a correr. Y corrimos.

Altos y Bajos, Anónimo dice que prefiere el oro al caviar.

Slim dijo...

yo quiero ir a Formenteraaa!

Mae dijo...

Hola.
Soy Mae. Vengo del Blog de Pi...
Quería comunicarte que en mi blog he puesto una porra para el mundial. y que cuantos mas seamos, mejor.. Te apuntas?
Un saludo.